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Fecha

3 de octubre

Hora

17:00h y 18:30h. Aforo limitado.

Lugar

Sala B restos arqueológicos de la muralla árabe

Punto de encuentro

Actividad gratuita con la entrada a la Galería. Recogida de pases 30 minutos antes de cada pase en el mostrador de información

Título del ciclo

Festival Hispanidad 2025 de la Comunidad de Madrid

Programa

Chia (luna en lengua muisca) se inspira de manera libre en la cosmogonía Muisca donde los lagos son espacios de transformación y frontera, donde la luna guía el renacimiento, la purificación y la conexión con lo sagrado. El mito de El Dorado, con sus ofrendas de oro y piedras preciosas en la laguna de Guatavita como ritual para nombrar al nuevo cacique, puede leerse como un ritual de fertilidad y renacimiento del poder masculino solar mediante la entrega de oro a lagunas y lagos para reequilibrar fuerzas femeninas y masculinas. El arquetipo de mujer representada por la diosa Huitaca, que es transformada en ave, lo encontramos también en la Odette del Lago de los cisnes, ambas vinculadas a la luna, lo nocturno, la danza y la tragedia de la libertad perdida o anhelada. Huitaca es la diosa lunar, del placer, la danza, el amor libre y la rebeldía que, castigada por desobediencia, es transformada en lechuza blanca.
Al mismo tiempo, las danzas muiscas eran parte integral de sus rituales religiosos y de fertilidad, vinculadas a los ciclos lunares, las cosechas y las ofrendas. En definitiva, eran un medio de comunicación con lo sagrado, con la luna y las fuerzas naturales. Chia imagina poéticamente que es lo que sucede tras el rito del El Dorado y cae la noche en la laguna.

La luna se fue de viaje, 
por la orilla del río; 
se llevó en sus manos blancas 
mi pequeño rocío. (Gabriela Mistral)

Notas al programa

"Para los muisca de hoy, como para nuestros ancestros, el oro no es más que una ofrenda. El oro no representa riqueza para nosotros", afirma Enrique González, descendiente de muiscas. La leyenda de El Dorado se originó en la cultura muisca, pueblo de origen centroamericano, que llegó a Colombia para habitar el sur del departamento de Santander y el altiplano Cundiboyacense. Cuando se nombraba a un nuevo jefe, este era cubierto con polvo de oro durante una ceremonia y se sumergía en el lago Guatavita, lavando el oro en el proceso. Dentro de la sociedad muisca, el oro, o más específicamente una aleación de oro, plata y cobre llamada tumbaga, era muy apreciada, no sólo por su valor material sino por su poder espiritual, por su conexión con las deidades y su habilidad para mantener el equilibrio y la armonía dentro de la sociedad. Los conquistadores españoles, al escuchar estas historias, creyeron que había un lugar donde abundaba el oro y las piedras preciosas y comenzaron a referirse a él como El Dorado. Con el tiempo, el término pasó de referirse a un hombre (El Dorado), a una ciudad y luego a un reino o un imperio. El escritor neogranadino Juan Rodríguez Freyle (Bogotá, 1566 - 1642), describe en el libro El carnero el rito del indio dorado: “…hacía el indio dorado su ofrecimiento echando todo el oro y esmeraldas que llevaba a los pies en medio de la laguna, seguíanse luego los demás caciques que le acompañaban. Concluida la ceremonia batían las banderas... y partiendo la balsa a la tierra comenzaban la grita... con corros de bailes y danzas a su modo”. En la cosmogonía muisca, las diosas como Bachué y Huitaca, provienen del agua. Por ello, estos pueblos adoraban y a protegían las lagunas donde moraban las divinidades y cualquier tipo de vida que brotara de ellas. Por esa razón, es común encontrar formas de reptiles, lagartijas, renacuajos, lagartos y ranas entre sus adornos. A estas últimas las divinizaron y, en adelante, las consideraron como símbolo de fertilidad. Las lagunas de Siecha, Chisacá, Fuquene, Chingaza, Bocagrande, Iguaque o Guatavita eran lugares de peregrinación, veneración, rituales y ofrendas. Si Bachué es la diosa generatriz, Huitaca es la diosa lunar.

Coreografía: Marco Blázquez
Música: Max Richter
Asistente de coreografía: Dácil González
Obra para cinco bailarines: Aurora Canclini, Altea Caño, Lisa König, Fabio Valcarenghi, Eleonora Zuin

Biografía

Marco Blázquez es coreógrafo, bailarín y productor cultural con una sólida trayectoria internacional en el ámbito de la danza contemporánea. Formado en danza clásica en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, inició su carrera profesional en 2005, trabajando como intérprete en compañías como Nederlands Dans Theater II (Países Bajos), Staatstheater Mainz (Alemania), Gran Canaria Ballet, Europa Danse (Francia) y Santamaría Compañía de Danza, interpretando obras de coreógrafos como Jiri Kylian, Ohad Naharin, Nacho Duato, Johan Inger y Alexander Ekman, entre otros. 
Como coreógrafo, ha desarrollado un lenguaje propio y reconocible en piezas presentadas en escenarios de Europa y Asia, explorando la fisicalidad, la musicalidad y la poética del cuerpo. Entre sus creaciones destacan Salvation (Lucent Danstheater, La Haya, Países Bajos, 2011), Fragile-stato (Staatstheater Mainz, Alemania, 2012), Sounen (Staatstheater Mainz, Alemania, 2014), A Fading Found (Staatstheater Mainz, Alemania, 2013), Drift in Drain (Staatstheater Mainz, Alemania, 2013), Absorption (Chiba, Japón, 2013), Obumbrate (Chiba, Japón, 2013), Lol (Acker Stadt Palast, Berlín, Alemania, 2012), Ab Origen (Nave 73, Madrid, España), Once upon a time when pigs were swine (Teatro Sociale di Fasano, Italia, 2015), 1 36 (Teatro Pradillo, Madrid, España, 2016) y No hay flores inútiles (Museo Universidad de Navarra, Pamplona, España, 2019). Además de su labor creativa, ha desarrollado una destacada faceta pedagógica, impartiendo clases y talleres en centros y festivales en España, Alemania, Italia y Japón, y acompañando procesos de formación de jóvenes bailarines en técnica clásica y contemporánea, repertorio y creación, combinando precisión, musicalidad y presencia escénica. Actualmente, compagina su actividad artística con la producción y gestión de proyectos culturales en festivales como Madrid en Danza, LOLA o Galería Abierta, y con programas educativos vinculados a la danza en instituciones como la fundación Antonio Gades. Su trayectoria, como intérprete y creador, sigue alimentando su compromiso con la danza como un espacio de investigación, reflexión y conexión con el público contemporáneo.

Este espectáculo forma parte del Festival Hispanidad 2025 de la Comunidad de Madrid.