Uso de cookies

La Galería de las Colecciones Reales usa cookies, propias y de terceros, con finalidad principalmente técnica y necesaria para prestación de nuestros servicios y mostrarles contenido relevante. Más información en nuestra política de cookies. Política de cookies.

ACEPTA para confirmar que has leído la información y aceptado su instalación. Puedes modificar la configuración de tu navegador.

Fecha

30 de abril

Hora

18:30

Ponente

Pepe Rey, musicólogo, cofundador y director de SEMA, Seminario de Estudios de Música Antigua

Lugar

Auditorio de la Galería de las Colecciones Reales

Título del ciclo

Tras los pasos del Quijote

En el Quijote Cervantes califica el silencio como «sosegado, admirable, regocijado» y, sobre todo, «maravilloso», adjetivo que repite en otras obras mostrando a las claras por dónde van sus preferencias estéticas. Su valoración de la música, por el contrario, no resulta tan rotundamente positiva, aunque se suela afirmar lo contrario tomando demasiado al pie de la letra una simpleza de Sancho Panza. El héroe de la novela no manifiesta especiales cualidades o aficiones musicales en su presentación al principio de la obra hasta que, mediada ya la primera parte, afirma que todos los «enamorados andantes» son «grandes trovadores y grandes músicos». Será en la continuación de 1615 donde tal cosa se demuestre y Don Quijote taña la vihuela, cante y dance, además de impartir alguna pedantesca lección de organología que ha sido mal entendida por lo general. En esta segunda parte la música adquiere una mayor presencia en situaciones campestres, pastoriles y especialmente en las escenas que tienen lugar en la corte de los duques. El complejo mundo sonoro del Quijote se completa con los ruidos, que juegan un significativo papel en la trama, y, como es obvio, con las palabras, materia prima de una obra escrita para ser leída en voz alta