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Búcaro
Desde finales del siglo XVI, los barros o búcaros de Estremoz en Portugal y los de origen novohispano, especialmente los fabricados en los talleres de la localidad mexicana de Tonalá, fueron muy apreciados entre las élites europeas y americanas. Unas piezas de variada tipología, generalmente de pequeño tamaño, como vasos, cuencos o jarrones cuya alta demanda hizo de ellas verdaderos objetos de lujo. Se valoraban por muchos factores: por su belleza formal, su intenso color rojizo, sus finas paredes bruñidas o alisadas, las estilizadas decoraciones que recubrían su superficie, así como por sus propiedades para perfumar y refrescar el agua. No obstante, su popularidad se debió, fundamentalmente, a otro tipo de uso, de carácter supuestamente terapéutico y sobre todo cosmético, relacionado con la denominada «bucarofagia». Una práctica, en principio, privativa de las damas de alto rango de la época que rápidamente se generalizó entre las mujeres de otros estratos sociales y que consistía en consumir pequeños fragmentos de esta cerámica con una clara intencionalidad: lograr la palidez de la piel acorde al canon de belleza de la época. Sin embargo, no todos estos barros eran objeto de ingesta; solo eran utilizados los tipos que estaban poco cocidos y que, al contacto con el agua, permitían su fácil disolución. Se trataba de un consumo de graves consecuencias en la salud de las mujeres y tan extendido que incluso la Iglesia intentó frenarlo, tildando a estos barros de «golosina viciosa». Los testimonios de este hábito tan popular son abundantes, tanto en la literatura como dentro del arte pictórico. Baste recordar a autores clásicos como Lope de Vega y el célebre pasaje de su obra «El Acero de Madrid»: «Niña del color quebrado, o tienes amor, o comes barro». También cabe citar los relatos de los viajeros que visitaban España, caso de madame D'Aulnoy. Sin olvidar el importante testimonio gráfico, presente en la pintura del Siglo de Oro, y en una de sus obras más emblemáticas, las Meninas de Velázquez. Por otro lado, la presencia de estas piezas, de procedencia americana o portuguesa, dentro del ajuar doméstico del Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, podría interpretarse como regalos o presentes realizados por los familiares de las novicias o monjas, todas ellas procedentes de la alta nobleza.
Clasificación genérica
Materiales cerámicos
Tipo de objeto
Búcaro
Lugar de producción
Tonalá
Datación
1600-1700
Materia
Barro
Técnica
Torneado; Incisión; Troquelado
Dimensiones
Fondo completo: (Altura: 8,2 centímetros; Diámetro: 6,3 centímetros)
Inventario
00619095
Créditos
Texto: María José Suárez Martínez; Foto: Mario Sedeño