Cristo de la Misericordia
Hacia 1523
A pesar de denominarse «Dosel de Carlos V» (1500-1558) el encargo de esta obra de tapicería se debe a su tía, Margarita de Austria (1480-1530), importante mecenas y coleccionista de los Países Bajos. De hecho, se la considera la introductora de muchos avances del Renacimiento italiano en el norte de Europa, gracias al intenso contacto que tuvo con artistas de la zona, y a la multitud de obras que encargó. Entre los pintores más destacados y que más encargos recibieron por su parte, se encuentra Bernard van Orley (ca.1488-1541), uno de sus pintores de corte predilectos, que evolucionó desde un estilo gótico flamenco, muy profundo a condicionantes italianos de corte rafaelesca. Este cambio se produjo tras conocer obras de la importancia de los cartones de tapiz de «Los Hechos de los Apóstoles», de los que Patrimonio Nacional conserva dos series tejidas con esos diseños (series 12 y 48).
El tapiz, tejido por Pieter Pannemaker (del que se conoce el contrato con Margarita de Austria), representa el momento de la crucifixión y muerte de Cristo. Precisamente, es la cruz con el cuerpo de Jesús lo que destaca del campo del paño, que se recorta sobre un fondo boscoso. Dos ángeles dolientes, de clara tradición flamenca, enmarcan a Cristo. Estos, con sus miradas, dirigen al espectador a la parte baja de la composición, donde cuatro figuras están contemplando la escena de la crucifixión. Las dos situadas en la parte de la derecha son la Virgen María y san Juan evangelista, quienes dirigen sus miradas a las imágenes de la izquierda: la Justicia y la Misericordia. La primera está guardando su espada, porque con la muerte de Jesús se ha redimido el pecado original de la humanidad, y la segunda está estableciendo un diálogo directo con Jesús, que se encuentra en sus últimos momentos de vida. Su conversación está recogida en el paño, expresando la bondad de Dios «A través de mi sangre he borrado los muchos pecados del primer padre» y la preocupación de la Misericordia por transmitir este último esfuerzo «Yo repartiré la preciada sangre del Hombre a los presentes». El mensaje de redención de la humanidad se refuerza con la representación, en el paisaje del fondo, de Adán y Eva desnudos en el momento de la expulsión del edén.
La obra posee rasgos prototípicos del gótico flamenco, como la frontalidad de las figuras o sus potentes estudios anatómicos, combinados con otros ya plenamente renacentistas italianos, como la búsqueda de un paisaje profundo o las figuras monumentales. Esto evidencia aún más las profundas influencias de van Orley no solo con el ya mencionado Rafael (1483-1520), a quien el pintor conoció en Roma, sino también con los grabados de Alberto Durero (1471-1528) o la obra de Lucas Cranach (1472-1553).