Descanso en la huida a Egipto
1640-1650
El tema del descanso en la huida a Egipto está extraído del evangelio apócrifo del pseudo-Mateo, en el que se relata que la Sagrada Familia pudo descansar a la sombra de una palmera en el transcurso de su rápida partida de Israel. Esta escena centra su atención en la Virgen, sentada sobre un asiento de piedra, que con su pecho descubierto atrae con su brazo al Niño, que se encuentra sentado sobre su regazo. Jesús interrumpe su acción de mamar para dirigir su mirada a san José, representado al modo tradicional como un anciano, apoyado en su imponente bastón y con su correcto atuendo de túnica azul y manto ocre.
La obra se puede situar en el punto máximo de influencia del clasicismo romano en Nápoles, que correspondería con la plena madurez estilística del pintor, en torno a la década de 1640. La imagen elegante de san José está imbuida del espíritu de Reni, como así lo muestran la forma de plantear su barba y cabellos y el depurado estudio de sus ropas de ampulosos pliegues, mientras que la belleza idealizada de la Virgen, con ese modo de aderezar el cabello y con la morbidez de sus carnaciones, se pone en relación con los modelos de Massimo Stanzione en un momento de delicada perfección clásica. A ello se une la moderación de los contrastes lumínicos y el rico cromatismo de claro recuerdo de Anton Van Dyck o de Pietro Novelli, quien ya había aprendido la lección del flamenco.
El tema de la Sagrada Familia fue repetido por Vaccaro en muy diversas ocasiones, pero el éxito de esta composición lo confirma la versión casi idéntica en colección particular, publicada por Vincenzo Pacelli (2013), con las únicas variaciones de incluir las figuras de santa Ana y de san Joaquín en segundo término y de encuadrar la escena tras una arquitectura. Esta versión está firmada con el monograma del artista ―las «AV» entrelazadas―, en el ángulo inferior izquierdo.
Vaccaro se hizo famoso en España por este tipo de composiciones equilibradas de gran calidad artística y de una profunda religiosidad. Por ello, no es extraño que aparezca registrada por primera vez en el inventario del Alcázar de Madrid de 1701, aunque figura todavía pendiente de su colocación en el palacio, al igual que le ocurre a la serie de diez lienzos de la «Vida de san Cayetano» y las cuatro «Virtudes» también de Vaccaro. Estas obras del artista debieron entrar en las colecciones reales en los últimos años del siglo XVII, posiblemente fruto de los consabidos regalos que solían enviar los virreyes españoles activos en Nápoles y que tanto contribuyeron a la reputación del artista en España (Carmen García-Frías, 2016).