El prendimiento de Cristo
1698-1699
La escena recoge los tres episodios evangélicos que se desarrollan simultáneamente a lo largo de la noche en el monte de los Olivos (san Mateo 26, 47-51; san Marcos 14, 43-47; san Lucas 22, 47-51; y san Juan 18, 3-11). En la parte superior izquierda, figura la oración en el huerto, con Cristo arrodillado recibiendo la visita del ángel que le enseña el cáliz y la cruz, y bajo Él, los apóstoles dormidos. En el centro, el tema principal: Jesús es abordado por tres soldados, tras ser reconocido por el beso que le ha dado Judas, que se aleja despavorido, sosteniendo con avaricia la bolsa del dinero. En primer término, Pedro alza el cuchillo con el que cortará la oreja derecha a Malco, criado del sumo sacerdote Caifás. Por encima, otros soldados de la guardia del sanedrín con antorchas se adentran bajo el resplandor de una luna menguante.
El artista plantea la escena en un terreno escalonado en diversos niveles, lo que le permite plasmar los distintos temas evangélicos con una gran originalidad mediante un sensacional juego de diagonales, que nos puede traer a la memoria soluciones espaciales llevadas a cabo por Jacopo Tintoretto. La intensidad dramática del tema se acrecienta por el movimiento tan dinámico de las figuras y por los efectos lumínicos que ofrecen las antorchas dispersas en la composición y el reflejo de la luna entre las nubes, pudiéndose establecer un diálogo cercano con pintores barrocos del momento, como Giovanni Battista Gaulli, «il Baciccio». Aunque la composición tiene ciertos recuerdos de las versiones anteriores del Caballero de Arpino o de Anton Van Dyck, Giordano consigue una creación nocturna muy novedosa, gracias al increíble manejo del pincel a base de toques rápidos, y a la aplicación tan atrevida de tonos oscuros sobre la capa de preparación rosácea parda. Scavizzi (1992) la encuadra en una fecha próxima a 1699, y, por tanto, posterior a la propuesta para los otros dos lienzos de la serie ―la «Vocación de san Mateo» y la «Resurrección de Lázaro»―, al establecer un paralelismo con su producción napolitana inmediata a su vuelta de España, muy especialmente con la pala romana del «Martirio de san Genaro» de Santo Spirito dei Napoletani y con los lienzos de Santa Maria Egiziaca en Nápoles, empresas artísticas de entre los años 1702 y 1703.
El cuadro se describe con mucha precisión en la ermita de San Juan del Palacio Real del Buen Retiro en el inventario realizado para la testamentaría de Carlos II en 1701, junto a los otros dos de la misma serie. Cada uno aparece tasado en la cifra considerable de 4800 reales. Posteriormente presenta el mismo recorrido en los palacios reales que sus dos compañeros.