Espejo
1735-1736
La decoración del nuevo Palacio de San Ildefonso estuvo a cargo, fundamentalmente, de artistas italianos, que trabajaron tanto «in situ» como desde su tierra. Los numerosos encargos, realizados en la década de los treinta del siglo XVIII para amueblar la residencia preferida de Felipe V, suponen un reflejo del gusto por el mobiliario italiano del momento, hecho que estuvo influenciado por la presencia en la corte de la segunda esposa del monarca, la parmesana Isabel Farnesio.
Uno de los artistas llegados a Segovia fue el mesinés Filippo Juvarra, quien no solo trabajó en las obras de arquitectura, sino que también planteó distintos elementos muebles, siendo esta una labor muy habitual en los arquitectos. A su mano se atribuye el diseño de este magnífico espejo, pieza decorada con elementos figurativos y vegetales, que remiten directamente al mobiliario del Barroco italiano y que se relacionan con las consolas que el mismo Juvarra diseñó para el propio palacio.
La ejecución del marco corrió, con toda probabilidad, a cargo de Bartolomeo Steccone, tallista que llevó a término el gran conjunto de consolas encargadas desde la corte y que fueron remitidas desde Génova entre 1735 y 1739. La luna original debió realizarse en la cercana Real Fábrica de Vidrios y Cristales de la Granja, centro productor de algunas de las piezas de vidrio de mayor tamaño de todo el siglo XVIII.
Estos espejos o tremós, cuyo nombre deriva del francés «trumeau», estaban destinados a colgarse sobre consolas, generando en las estancias mayor luminosidad y sensación de amplitud, además de ser un símbolo de lujo por ser piezas de gran coste.