Esqueleto
Hacia 1772
El relojero español Manuel Gutiérrez fabricó este singular reloj de sobremesa de tipo «esqueleto» por encargo del príncipe de Asturias —futuro Carlos IV— como regalo, en 1772, para su esposa María Luisa de Parma, gran aficionada a los relojes, como él. La princesa ordenó colocarlo en su cuarto y allí permaneció hasta después del fallecimiento de su hijo Fernando VII.
El reloj está realizado en acero y bronce dorado. Es de tipo «esqueleto» porque carece de caja, lo que permite observar la maquinaria. El armazón está integrado por cuatro pilares acanalados y tres cristales planos que evitan la entrada de polvo en la máquina.
El dial, de acero calado, luce las cifras horarias en números romanos y los minutos en números arábigos. El cañón de las agujas está decorado con una roseta calada inscrita en un círculo. En la parte inferior, sobre la cifra de las VI, en una pieza arqueada, se aprecia la firma del autor y la ciudad de fabricación: «Manl. Gutiérrez Mad.». Las agujas son de acero pavonado.
La máquina reproduce el modelo inglés de cubo y caracol con un tradicional escape de paletas protegido por una cúpula de cristal rematada en una piña de bronce. La cuerda la mantiene en marcha durante una semana. Un tren secundario de gran sonería se vincula al tren principal. La rueda contadera o de sonería está colocada encima de la roseta del cañón de las agujas.
El arcabucero y relojero Manuel Gutiérrez nació en Sigüenza en fecha aún no determinada. Ejerció como maquinista del Real Seminario de Nobles y fue relojero de cámara del infante don Luis de Borbón y Farnesio. Intentó en varias ocasiones fundar una fábrica de relojería en Madrid, pero no contó con los apoyos adecuados ni con el capital necesario. En 1778 solicitó la plaza de relojero de cámara del rey, pero no lo consiguió. Hacia 1782 inventó una máquina para fabricar hebillas y comenzó a realizarlas en plata. En aquellos años, este complemento de la indumentaria tanto femenina como masculina era muy solicitado. Se le permitió utilizar como contraste su marca de arcabucero real. En febrero de 1792 solicitó permiso para esculpir el blasón de relojero del rey en la muestra del reloj que había construido para la catedral de Toledo. Tras una nueva petición, fue nombrado relojero de la Real Casa el 15 de febrero de 1792. Debió de fallecer en torno a 1808.
Este reloj de sobremesa es una pieza de gran calidad técnica. Es uno de los primeros relojes «esqueleto» que se fabricaron en Europa. Su sencillez contrasta con la complejidad y robustez de la maquinaria.