"Estado de los quadros escogidos por los Sres. Profesores de Pinturas, Maella, Goya y Napoly, para embiar a S.M. el Emperador de Francia y Rey de Italia, todos originales de las Escuelas Españolas"
25 de octubre de 1810
En el contexto de la Guerra de Independencia y de la ocupación francesa, el rey José I emitió un decreto el 20 de diciembre de 1809 por el que se disponía la creación en Madrid de un museo de pintura, el denominado museo josefino. En base a su artículo segundo, José I decidió enviar como regalo a Napoleón Bonaparte, su hermano, cincuenta pinturas de la escuela española con el objeto de que formasen parte del Museo de Napoleón, en París, como ya se había hecho con otras obras de arte de países invadidos por el emperador.
En un principio, la selección de los cuadros estuvo a cargo de Manuel Napoli, pintor napolitano perteneciente a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quien envió una primera relación el 6 de septiembre de 1810. Se encargó a Luis Ferand, administrador general del Real Menage, que se pusiera de acuerdo con el pintor para entregarle los cuadros pertinentes. A finales de septiembre el ministro del Interior, Manuel Romero, y el superintendente de la Real Casa, el conde de Mélito, persona de plena confianza del Rey, acordaron formar una comisión encargada de este asunto. Esta estuvo conformada, junto a Manuel Napoli, por Mariano Maella y Francisco de Goya.
La relación de cuadros resultante fue enviada por Maella al conde de Mélito el 25 de octubre de 1810. Las pinturas fueron reunidas y depositadas en la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid a propuesta de Ferand, considerando que era el mejor sitio "para su examen, custodia y [para] poderlas encajonar”. La selección de cuadros, formada por obras de Velázquez, Ribera, Zurbarán, Alonso Cano, Claudio Coello o Murillo, entre otros, provenían de distintos emplazamientos como el Palacio de Buenavista, la Casa del Príncipe de la Paz, el Palacio Real y algunas iglesias.
Sin embargo, esta relación de cuadros no sería la definitiva, ya que el 8 de noviembre el ministro del Interior comunicó al conde de Mélito, por orden del ministro de Negocios Eclesiásticos, que la elección de las pinturas "se haga de las que se han recogido de conventos suprimidos, y no de las que están en iglesias abiertas al público, como lo está la de Santa Isabel destinada para parroquia". De tal manera, Mélito ordenó que se reemplazasen algunas de las pinturas seleccionadas por otras de igual mérito de entre las que estaban depositadas en el antiguo convento del Rosario y de otros edificios religiosos que habían pasado a manos del Estado. El contexto político y militar que se vivía en España hicieron que la idea de entregar esta colección al emperador no se retomase hasta 1813, cuando José I se retira hacia París.