Lucrecia dándose muerte
Hacia 1685
El suicidio de la patricia romana Lucrecia, tras ser violada por Sexto Tarquinio, hijo del rey de Roma, Lucio Tarquinio, representa uno de los hechos más ejemplificadores de la Roma antigua, y su trágica historia fue narrada con precisión por Ovidio y Tito Livio. En el siglo XVII, el tema volvió a cobrar fortuna como símbolo máximo de virtud y fidelidad conyugal, especialmente entre los pintores clasicistas. El prototipo creado por Guido Reni sirvió de modelo a Maratta, quien lo dotó de una mayor expresividad barroca. El pintor capta justo el momento en el que Lucrecia descubre su pecho izquierdo para clavar la espada en su corazón, formando un bellísimo juego de pliegues en su túnica blanca, mientras que un ampuloso manto de color rojo envuelve todo su contorno. Su rostro refleja una profunda resignación heroica a través de sus ojos acuosos, pero sin renunciar a la sensualidad propia de la juventud de la protagonista.
El tema se relacionó de forma inmediata con la hija de Maratta, porque también ella había sufrido un intento de violación por parte del joven duque Giangiorgio Sforza Cesarini, amigo de la familia. Este hecho la convirtió en la Lucrecia de la Roma de aquella época. Casada con el importante poeta Giambattista Felice Zappi, Faustina fue también una apreciada poetisa, ingresando en la prestigiosa Accademia dell’Arcadia en Roma, creada para rechazar las excentricidades del Barroco.
Como indica Manuela Mena (2016), la «Lucrecia» que llegó a las colecciones reales españolas es claramente de mano de Maratta, no solo por «las rigurosas anotaciones de los inventarios de Maratta y de su familia», sino también por su excepcional técnica pictórica: «la luz fría que emana del cuerpo de la joven y la iluminación general que impacta con suavidad sobre ella y sus ropajes producen la excepcional monumentalidad de la figura, y los delicados detalles de la técnica describen con la sutileza de los originales del artista la anatomía femenina y el expresivo rostro, de pestañas descritas una a una según el dibujo preparatorio». Dicho diseño se conserva hoy en la colección real inglesa en Windsor Castle.
Esta versión aparece por primera vez documentada entre los cuadros de la mujer de Maratta, Francesca Gommi, que a su muerte en 1711 hereda su marido, y en cuyo inventario de ese año formaba pareja con una «Cleopatra» del pintor. A finales de 1722 la «Lucrezia Romana di mano del Cav.re maratti» fue adquirida por Felipe V a través de su pintor de cámara Andrea Procaccini, destinándose, junto al resto de pinturas de la colección de Maratta compradas a sus descendientes, al Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, donde figura a lo largo de toda su historia.