Niño dormido
1675-1700
Este Niño dormido, de origen indo-portugués, es un claro exponente de las fluidas relaciones entre Asia y Europa en la Edad Moderna, intensificadas y consolidadas con las campañas de exploración y la presencia portuguesa y española en la región a partir del siglo XVI.
Las esculturas en marfil constituyen un ejemplo de sincretismo, en tanto que los modelos iconográficos llegaban de Occidente, pero los responsables de la ejecución eran artesanos locales, que aportaban su conocimiento técnico e incorporaban elementos propios de su cultura. Estos artífices constituían una mano de obra económica, que producía figuras escultóricas en serie, por lo que resulta imposible establecer su autoría e incluso, a menudo, determinar su origen geográfico, a causa de los recíprocos intercambios estilísticos entre la escuela hispano-filipina y las luso-indias. En todo caso, el aprovisionamiento de imágenes para la evangelización y el culto, en un material muy apreciado en el Viejo Mundo por su belleza y exotismo, se resolvió eficazmente mediante el recurso a los talleres orientales.
El tema del Niño Jesús fue un asunto que gozó de especial popularidad y difusión en España, con abundante presencia en los conventos femeninos. En este marfil aparece dormido, recostado sobre un almohadón y sujetando un libro con una de sus manos. La policromía se ha empleado para sugerir el vellón del vestido y para dotar de expresividad al rostro. En concreto, se han destacado los labios y delineado cejas y párpados, subrayándose la curvatura ascendente, orientalizante, de los ojos. La profusión en el uso del dorado, el tratamiento de la cabellera, espesa y rizada, y la vestimenta del Niño terminada en picos de diamante, apuntan a la probable filiación de esta escultura a la escuela indo-portuguesa.