Paisaje con san Cristóbal y el Niño Jesús
Hacia 1521
Patinir plasma el episodio de acuerdo con la leyenda recogida por Jacopo de la Vorágine en la «Leyenda Dorada»: el gigante Cristóbal aparece avanzando dificultosamente por el río, en actitud encorvada bajo la pesada carga de Jesús, ya que lleva bajo su mano izquierda la esfera del mundo. Desde ese momento, el gigante se empezará a llamar «Cristóforo» o «portador de Cristo». El ermitaño, que había enseñado al santo a rezar, asiste al milagroso transporte desde la otra orilla.
Con respecto a otras representaciones coetáneas del tema, la versión de Patinir resulta ser la más monumental, no sólo por su gran tamaño en formato horizontal, sino también por la grandeza de su composición y la presencia de importantes novedades iconográficas. Por un lado, están los detalles que derivan del mundo del Bosco, como el perro que gruñe a otro; el hombre de aspecto siniestro que aparece en el interior de una choza, secando sus ropas ante un fuego; la cabaña fantaseada construida en lo alto de un árbol; o la vasija invertida que pende de la choza. Y por otro, las escenas del fondo demuestran proceder de la imaginación de Patinir, como las que se vinculan con las amenazas y angustias que asolan el mundo, para las que se pide protección a este santo auxiliador, tan popular en la Edad Media. Por ejemplo, en la orilla izquierda cercana a la cabaña, dos frailes recuperan de la corriente a un ahogado para señalar los peligros del agua y la temeridad de afrontar un viaje sin confiarse a san Cristóbal. Y en la orilla derecha ocurren unos desgraciados incidentes, para los que son necesarios la ayuda del santo, como el del incendio en la ciudad portuaria del fondo o la detención de campesinos.
El paisaje está representado en plena luz, pudiéndose apreciar la actividad humana en la ciudad portuaria y en el campo, con la clara intención de conceder al buen cristiano la esperanza de un nuevo día. Siguiendo la tradición de los primitivos flamencos, la flora del primer término tiene un significado simbólico, relacionado con la obra hecha por el Creador; mientras que las salamandras simbolizan la confianza del cristiano en Dios ante la adversidad de la vida, y las conchas podrían relacionarse con la pasión por las «maravillas» de los mundos lejanos.
Es una de las obras más singulares de la última producción del artista, que se desarrolla en Amberes. Felipe II sintió un gran interés por Patinir por su proximidad estilística e iconográfica a uno de sus pintores favoritos: El Bosco. Pero también sus escenas reflejan la soledad de la naturaleza, muy en consonancia con la idea de retiro y descanso espiritual que el rey buscaba para su fundación escurialense, donde llegó oficialmente esta obra en 1574.