Relicario de san Fernando
1729-1742
Este relicario en forma de templete de planta cuadrada custodia la reliquia del dedo de san Fernando, rey de España. Así lo ratifica la inscripción que aparece en su frente: «GVEZ0 DEL /DEDO DE SEÑR/SAN FERNANDo/REI DE ESPAÑA».
Los cuatro estípites de las esquinas y las enjutas de los arcos de medio punto están adornados con motivos vegetales. La cornisa mixtilínea moldurada, los cuatro jarrones sobre plintos de las esquinas y la cúpula de perfil sinuoso embellecida con querubines convierten a esta pieza en una obra singular en lo que a técnica artística se refiere. En el remate una bola del mundo bajo corona subraya su carácter regio.
La reliquia se dispuso en el interior de otro templete, más pequeño, también de planta cuadrada, con pilastras en las esquinas, que sostienen una cúpula con linterna.
Los dos templetes apoyan en un cuerpo cuadrangular adornado en los frentes con querubines, un nudo con asas, un gollete con conchas y festones de frutos y un pie de perfil ondulado y gallones en la parte alta.
El profesor Dr. D. José Manuel Cruz Valdovinos, en «Cinco siglos de Platería sevillana», asegura que la pieza es de origen sevillano. Apoya su afirmación por el andalucismo «guezo» que aparece en la inscripción y por la reliquia de san Fernando que contiene. Se pensó que fuera un regalo de la ciudad de Sevilla a los reyes Felipe V e Isabel Farnesio cuando establecieron allí su corte entre 1729 y 1733. El 14 de mayo de 1729 Felipe V asistió al traslado del cuerpo de san Fernando a una nueva urna instalada en la Capilla Real y el cabildo pudo ofrecerle una reliquia del Santo.
La pieza carece de marca. Cruz Valdovinos y Fernando Martín («Catálogo de la Plata del Patrimonio Nacional») atribuyen la obra a Tomás Sánchez Reciente, nombrado platero de Cámara en 1730. También sugieren que la ondulación del pie y los gallones y las aristas que lo decoran pudiera delatar a un platero de origen francés que acompañó a la corte hasta Sevilla. Pero Martín, en dos publicaciones posteriores, asigna su autoría al platero Manuel Guerrero. También afirma que el dedo se desprendió durante el traslado del cuerpo a la nueva urna y que el relicario debió realizarse unos años después, hacia 1742. La obra se presentó en el cabildo del mes de abril de ese año y se ordenó inventariarlo y colocarlo junto con las demás reliquias.
El cabildo catedralicio regaló a la reina Isabel II el relicario en 1862.