Retrato de Carlos II adolescente
Hacia 1675
Este retrato de Carlos II (1661-1700) es una de las numerosas versiones de su imagen oficial como rey en edad adolescente, que fue creada por Carreño a partir de su nombramiento como pintor de cámara en 1671, siguiendo el prototipo iconográfico tradicional establecido para la retratística de la Casa de Austria española. El modelo se repite casi sin variantes en todos sus retratos de diez a dieciséis años, figurando siempre de cuerpo entero, en pie, con vestido negro de seda muy sencillo, de acuerdo con la etiqueta de corte española, y acompañado por el collar de la Orden del Toisón de Oro y la espada al cinto, como signos de su poder real. Aquí lo representa a la edad de catorce años, en la que alcanzó la mayoría de edad y subió al trono. Pero invariablemente el rey figura con la misma pose, sosteniendo un memorial doblado en su mano derecha, y, con la izquierda, un chambergo de plumas negras, que descansa sobre una de las consolas del Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid, que sirve de escenario permanente a la mayor parte de sus retratos áulicos. Su inclusión en este espacio tan simbólico para la monarquía española tenía unas claras connotaciones de legitimidad dinástica para con el nuevo rey.
Tras la figura del rey, cuelgan dos de los ocho famosos espejos con águilas unicéfalas de bronce dorado, que fueron encargados a Pedro de la Sota en 1641, según diseño de Velázquez, y que dieron nombre a la estancia. En el espejo de la derecha, se reflejan algunos cuadros que colgaban en la pared oeste, identificándose el «Retrato ecuestre de Felipe IV» de Pedro Pablo Rubens. Y la consola en la que se apoya es uno de los seis bufetes que existían en la sala, cuyas patas las conforman los leones de bronce que Velázquez había encargado durante su segundo viaje a Roma a Matteo Bonuccelli, quien los realizó entre 1651 y 1652 con la colaboración del dorador Girolamo Ferrer y bajo la supervisión de Giuliano Finelli.
La existencia de diversos retratos del mismo tamaño de Mariana de Austria en idéntico escenario del Alcázar madrileño por Carreño permite establecer que fueran pensados como pareja, recalcando el papel de la regente como gobernadora. Esta hipótesis queda confirmada en la cuenta de pinturas realizadas entre 1671 y 1677 por el autor, al quedar registradas hasta ocho parejas de retratos de ambos personajes para diferentes destinatarios. Concretamente aparecen «dos que se hicieron para el escurial y se pusieron en la celda prioral», que posiblemente puedan ser identificados con éste y el de su madre, que han permanecido juntos a lo largo de su historia en El Escorial.