Retrato de Carlos III
Fechado en 1789
Este espejo, con el retrato en posición de tres cuartos de busto de Carlos III, fue realizado en 1789 por Joseph Lagrú (ca. 1760-1812), maestro grabador de la Real Fábrica de Cristales de La Granja de San Idelfonso. Lagrú nació en el seno de una familia de artesanos vinculados a la manufactura segoviana, de ahí que su aprendizaje en el arte vidriero comenzara siendo un niño. Sus primeras clases las recibió en la Academia de Dibujo de la Real Fábrica, enseñanza que complementaría en la Academia de San Fernando de Madrid, ciudad a la que se había trasladado para trabajar como regente de la sala de grabar del almacén general que la Real Fábrica tenía establecido en la capital. Su trayectoria profesional está marcada por su constante esfuerzo por alcanzar los puestos más reputados dentro de su oficio.
Así, en 1788, regresó desde Madrid a La Granja, tras obtener una plaza de maestro grabador segundo. Tres años más tarde, en 1791, ascendió de categoría y fue nombrado maestro principal de la sala de grabar de los almacenes de Madrid. En estos almacenes, además de servir de punto de venta de cristales y vidrios en la capital, se producían un buen número de los trabajos de azogado de la Real Fábrica; de este modo, se evitaba una considerable pérdida económica en el caso de que al traer, a lomos de mulas, los vidrios desde el otro lado de la sierra de Guadarrama, se rompieran la piezas. En 1800, se constata, a través de la Real Orden de 27 de febrero, cómo le concedieron honores y autorización para usar el uniforme de grabador de cámara. Como tal, destacó por sus innovaciones y el deseo de perfeccionar métodos que ya habían sido probados con éxito en otros lugares.
Una buena muestra de ello es este espejo grabado sobre el reverso de un vidrio plano azogado. Para su realización, Lagrú utilizó, como modelo de inspiración, una estampa del monarca realizada por Manuel Salvador Carmona (1728-1779), copiada a su vez de un retrato al óleo de Carlos III, obra del pintor Antonio Rafael Mengs (1729-1779). El resultado fue una pieza dotada de una gran personalidad y calidad artística, no solo por los singulares matices que este grabador introdujo en el retratado al representarlo vestido con armadura, banda y portando el Toisón de Oro, así como el collar de la Orden de Carlos III con la imagen de la Inmaculada Concepción, sino por el dominio de la técnica de ejecución: el azogue. Una técnica inventada en Alemania y que Lagrú dominó y perfeccionó con gran maestría, de forma que la imagen en mate aparece grabada a rueda por la cara azogada. Se trata, en definitiva, de una obra que ejemplifica el dominio artístico y técnico de este excelente artista grabador.