Retrato de Isabel Farnesio
1737
Pareja del «Felipe V a caballo», la reina Isabel Farnesio (1692-1766) fue representada en un suntuoso interior palaciego, junto a la corona real, siguiendo el esquema empleado por Jean-Baptiste van Loo, padre de Louis-Michel, en el «Retrato de Marie Leszczynska», de hacia 1725 (Château de Versalles), difundido años después a través del grabado de Nicolas de Larmessin. Idéntico planteamiento formal –una figura estática de cuerpo entero, rodeada de los símbolos de la majestad en un escenario arquitectónico– se mantiene en otra efigie de la misma reina de Francia y de Navarra, la firmada por Louis Tocqué en 1740 (París, Musée du Louvre), e incluso años después se acude a la mencionada estampa de Larmessin para componer una lámina con el «Retrato de Marie-Antoinette Josèphe Jeanne d’Autriche, Reine de France et de Navarre».
En este lienzo, Isabel Farnesio viste traje de corte con tontillo, en seda labrada en hilos de plata sobredorada y de diversos colores con adorno de grandes flores y, sobre el peto o «pièce d’estomac» de piel de armiños, un brocamantón de pedrería y perlas. Otras joyas aderezan cabello y orejas, y en la muñeca luce la miniatura-retrato de su esposo. Completa esta deslumbrante representación de la majestad soberana, la citada corona real en almohadón de terciopelo con bordados en oro de lises, castillos y leones, como en el manto y tapizado del trono. Al fondo asoman, tras el cortinón, unas columnas salomónicas en lapislázuli y bronce dorado y, con un claro mensaje alegórico, la colosal escultura «Flora Farnese», una de las más célebres de la colección de la familia de la reina.
Tras la noticia de que estos retratos de los reyes se hallaban en 1747 sin destino en el taller de Van Loo, vemos que el inventario del Palacio Nuevo de Madrid de 1772 los sitúa en el «Paso de Tribuna y Trascuartos», es decir, de nuevo almacenados. Sin embargo, el Domingo de Ramos del año siguiente fueron colgados en la «Pieza del dosel», ubicada en el extremo norte del actual Comedor de gala. Pasados tres años, Antonio Ponz describe la pareja en «la pieza donde come el Rey», junto a retratos ecuestres de la Casa de Austria por Velázquez y Rubens. La testamentaría de Carlos III, de 1794, describe las pinturas en el «Oficio» del infante don Pedro en el Palacio Real de Madrid. Veinte años después se registran entre las «que existen en el Callejón que llaman de paso a las Tribunas colgadas y sin colgar», y en otro inventario del mismo palacio, de 1870, vienen descritas en la «Pieza núm. 27. Llamada Antecámara [de la Ex-Reina]». En 1881 pasaron a la escalera principal del Palacio Real de San Ildefonso, por disposición de Alfonso XII.