Templete
Anterior a 1588
Este relicario en forma de templete con columnas y cúpula de cristal de roca tallado y piedras preciosas engastadas en plata dorada fue un regalo del duque de Mantua —Vincenzo Gonzaga— a Felipe II, posiblemente en agradecimiento por la concesión del Toisón de Oro. El encargo se fraguó con motivo de su matrimonio con Leonor de Medici, en Florencia, en 1584. Se ha atribuido al flamenco Jacques Bylivelt, activo en la corte medicea desde 1573 hasta su muerte en 1603. Al igual que los Medici, otras cortes italianas se afanaron en enviar regalos diplomáticos devocionales que serían muy apreciados por Felipe II para integrarlos en su fundación y eran un medio sumamente eficaz para tratar cuestiones políticas en la corte española. Aunque el relicario llegó a Madrid en 1589, no se donó al Monasterio de El Escorial hasta tener en regla toda la documentación adicional relativa a la autenticidad de las reliquias que contenía.
Si cotejamos su estado de conservación actual con el que consta en el momento de su «entrega» al monasterio en 1593, vemos que ha perdido numerosos elementos, especialmente durante «la francesada». Por fotografías de finales del siglo XIX se aprecia cómo entonces aún tenía las dos bolas de cristal de roca que remataban el pináculo de cristal (actualmente no expuesto) con otra reliquia y las cuatro bujetas de ágata con llamas de oro esmaltadas en rojo de las esquinas de la cornisa que se describen en el documento de donación. En los nichos de cristal de roca se insertaban cuatro figuritas de plata dorada de santos —hoy desaparecidas—, que se identificaban por sus cartelas en latín, de las que solo se conservan dos: las de san Silvestre y san Pedro. Las figuras restantes eran —según sabemos por la documentación— san Juan Bautista y el apóstol Santiago, patrón de España. Además de estos letreros metálicos con esmalte negro en la parte superior hay otros en latín en la base de las figuras. En cada clave del arco aún podemos leer la intitulación, muy común en este tipo de regalos, para que el rey no olvidara quién se lo había hecho llegar. Falta una cuarta inscripción dedicada a Felipe II, quien sería el máximo defensor de la fe católica. En las esquinas de la base del templete hay inscripciones que identificarían a los santos de los que el duque italiano enviaba reliquias, como San Pedro. Aunque faltan algunas, podemos saber que otro era san Basilio Magno, como informa otra inscripción. En el zócalo hay pequeños cajones con sus tiradores, que se abren con un muelle, donde se custodian parte de las preciadas reliquias en saquitos de seda, también con sus correspondientes inscripciones. Este relicario se acompañaba por otro en forma de columna de cristal de roca que por su fragilidad no ha llegado a nuestros días. La reliquia de la Sagrada Forma estuvo dentro de este humilladero hasta que Carlos II la trasladó a la sacristía.