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Biografía
Hijo primogénito del Emperador Maximiliano I de Alemania (1459-1519) y de María de Borgoña (1457-1482), Felipe de Austria heredó los Países Bajos a la muerte de su madre en 1482, si bien un Consejo de Regencia ejerció el poder hasta que en 1494 fue proclamado mayor de edad. Conocido como Felipe El Hermoso, su gobierno en los Países Bajos se caracterizó por el equilibrio entre la autoridad del Soberano y el respeto a las instituciones gubernativas locales, así como por el estímulo otorgado a las actividades económicas. En materia de política exterior, Felipe El Hermoso abogó por el mantenimiento de una relación cordial con Francia, por la reactivación de los vínculos mercantiles con Inglaterra y por la apertura de nuevos horizontes diplomáticos y comerciales con otras potencias europeas. Éste fue el caso de la alianza que suscribió, a instancias de su padre el Emperador Maximiliano I, con los Reyes Católicos; un acuerdo que se vio coronado por las nupcias del Príncipe Juan, heredero de Fernando e Isabel, con la Archiduquesa Margarita de Austria, y del propio Felipe El Hermoso con la Infanta Juana, tercera hija de los Reyes Católicos.
La boda de Juana y Felipe El Hermoso se celebró en la Iglesia de San Gumaro en Lier (Amberes, Bélgica) el 20 de octubre de 1496. La pareja real protagonizó un inestable matrimonio del que nacieron seis hijos: Leonor (1498-1558), Reina de Portugal al casarse con Manuel I el Afortunado (1469-1521) y luego de Francia por matrimonio con Francisco I (1494-1547); el futuro Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558); Isabel (1501-1526), Reina de Dinamarca, Suecia y Noruega como esposa de Cristian II de Dinamarca (1481-1559); Fernando (1503-1563), Rey de Hungría y de Bohemia y sucesor de su hermano Carlos en el Imperio; María (1505-1558), Reina de Hungría al casarse con Luis II de Hungría (1506-1526), y futura Gobernadora de los Países Bajos, y Catalina (1507-1578), que nació después del fallecimiento de su padre, Reina de Portugal como esposa de Juan III (1502-1557).
Las muertes sucesivas de los Príncipes Juan e Isabel de Castilla, en 1497 y 1498, así como del hijo de esta última, el Infante Miguel de Portugal, en julio de 1500, situaron a la esposa de Felipe, la Infanta Juana, en la primera posición de la línea de sucesión a los tronos de Castilla y Aragón. Juana y Felipe El Hermoso fueron jurados herederos ante las Cortes de ambos Reinos el 22 de mayo y el 27 de octubre de 1502 respectivamente. Acto seguido, Felipe regresó a los Países Bajos. En calidad de heredero a los tronos de Castilla y Aragón, Felipe El Hermoso protagonizó algunas iniciativas que se alejaban de las directrices de la política exterior desarrollada hasta entonces por sus suegros, los Reyes Católicos, como la firma del Tratado de Lyon con Francia el 5 de abril de 1503.
Juana y Felipe El Hermoso se convirtieron en Reyes de Castilla tras el fallecimiento de Isabel La Católica el 26 de noviembre de 1504. Antes de abandonar los Países Bajos junto a su esposa, Felipe El Hermoso ultimó la conquista del Ducado de Güeldres, su primera y única intervención en una campaña militar, al tiempo que enviaba embajadores a Castilla para acordar con Fernando El Católico el traspaso de poderes en el Reino castellano. El resultado de tales negociaciones fue la conocida como “Concordia de Salamanca”, suscrita el 24 de noviembre de 1505, en virtud de la cual Juana y Felipe El Hermoso serían jurados Reyes propietarios de Castilla ante las Cortes en tanto Fernando El Católico era reconocido como Gobernador perpetuo del Reino.
Los nuevos Monarcas partieron de los Países Bajos el 8 de enero de 1506. Tras un complicado viaje que les llevó a buscar refugio en Inglaterra, los Reyes desembarcaron en La Coruña el 26 de abril de 1506. Poco después de su llegada a Castilla, Felipe El Hermoso rechazó la “Concordia de Salamanca”, con el apoyo de parte de la alta nobleza castellana opuesta a Fernando El Católico, y negoció con éste un nuevo acuerdo, la “Concordia de Villafáfila”, que sería aceptada por ambos Soberanos a finales de junio de ese mismo año. A consecuencia de la misma, Fernando El Católico abandonó el gobierno castellano y reconoció la incapacidad de su hija Juana para gobernar. En este momento, la prioridad de Felipe El Hermoso era ser reconocido como único Rey de Castilla, lo que suponía una flagrante vulneración de los derechos dinásticos de su esposa. En razón de ello, los procuradores en Cortes, así como parte de la nobleza castellana, se opusieron a las pretensiones del Monarca y sólo aceptaron jurarle lealtad en calidad de Rey y consorte de la legítima Reina, Juana. Pese a estas muestras de hostilidad, Felipe El Hermoso no renunció a su voluntad de ostentar el poder en solitario y lograr la definitiva reclusión de su esposa con la justificación de un teórico desequilibrio mental.
El gobierno efectivo del Monarca en Castilla, aunque breve, fue bastante impopular debido a las mercedes y oficios públicos que otorgó a sus consejeros flamencos, a los cambios que introdujo en la composición de algunas de las instituciones de gobierno y justicia del Reino castellano y a la grave crisis económica que afectó a Castilla por esas fechas. Felipe El Hermoso falleció en Burgos, el 25 de septiembre de 1506, por causas que no han podido ser del todo esclarecidas. Los restos del Monarca se encuentran enterrados junto a los de su esposa y sus suegros, los Reyes Católicos, en la Capilla Real aneja a la Catedral de Granada.
Fuente: Real Academia de la Historia (https://www.rah.es)