Aurora | Alegoría de la Mañana
Documentado en 1769
En las diferentes ediciones del tomo sexto del «Viage de España» de Antonio Ponz, de 1776, 1782 y 1793, se mencionan las «quatro estaciones del día, y de la noche» de Antonio Rafael Mengs (1728-1779) como únicos lienzos de la «sala de conversación, y tocador de la Princesa», la misma sala donde se registran tanto en el inventario de 1772 como en la testamentaría de Carlos III, de febrero de 1794, aunque en esta última estuvieran acompañadas de muchas obras de caballete, lo cual plantea serias dudas acerca de la puesta al día de la citada «tercera impresión» de Ponz, del año anterior.
Esos lienzos de sobrepuerta fijados a las paredes tenían en origen un contorno sinuoso, como se aprecia a simple vista, adaptados en sus formas al diseño rococó de los marcos, que enlazarían con el formato asimismo mixtilíneo de los estucos de la bóveda. Ésta fue pintada al fresco por Francisco Bayeu, con una representación de «Apolo y Minerva que reciben a Hércules en su gloria acompañado de todas las Musas, Marte, Diana, con otras figuras alrededor».
Las figuras aéreas de las alegorías de los cuatro tiempos del día, con su «belleza y gracia», son imágenes delicadas, que se adaptaban al gusto de la joven princesa María Luisa Teresa de Borbón en uno de sus ámbitos privados, al combinar la gracia rococó de sus posturas y formato original mixtilíneo, con el clasicismo de los rostros y estudios anatómicos, que reflejan el proceso selectivo de la «belleza ideal» defendido por Mengs en sus escritos y en sus obras. Los lienzos fueron al parecer concebidos por el artista con el mismo método empleado para algunas figuras de sus frescos, por la altura a la que debían estar. Con esta imagen de «La Aurora» se han relacionado unos esquemáticos «rasguños» a pluma del Gabinetto dei Disegni de los Uffizi de Florencia (inv. n.º 9953 S.).
La alegoría de «La Mañana» fue descrita por Francisco José Fabre como «una hermosa ninfa volando en ascension, y coronada de flores: con la mano derecha esparce algunas sobre la tierra, y con la izquierda sostiene su manto, en el que tiene recogidas otras: se ve muy encendido el horizonte» («Descripción de las alegorías pintadas en las bóvedas del Real Palacio de Madrid», Madrid, 1829, p. 248).
Consta que Mengs adquirió en febrero de 1769 abundante lienzo para la ejecución de pinturas para el real servicio ―una pieza de 21 varas de 11 pies y medio de ancho y otra de 27 varas de 7 pies y medio de ancho―, acaso relacionable con estas sobrepuertas para el tocador de la princesa de Asturias (Archivo General de Palacio, Madrid, Patrimonio Nacional, Obras de Palacio, caja 428, expediente 2).