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Mengs, Antonio Rafael
(Aussig, Bohemia, 1728 - Roma, 1779)
Mengs, Antonio Rafael. Aussig, Bohemia, actual Ústi nad Labem (República Checa), 12.III.1728 – Roma (Italia), 29.VI.1779. Pintor y teórico del arte.
Hijo de Ismael Mengs (1688-1764), pintor de la corte del elector de Sajonia, Federico Augusto II, en Dresde, y de Charlotta Bornmann; hermano de Teresa Concordia (1725-1806/8), también pintora y miniaturista. Educado rígidamente por su padre en la pintura, el esmalte y la miniatura, aprendió, asimismo, la técnica del pastel, muy en boga en aquella Corte. Tras el fallecimiento de la madre (1731), pasó su infancia en Dresde hasta 1740 y en 1741 la familia se trasladó a Roma, donde siguió sus estudios copiando a Miguel Ángel y Rafael en el Vaticano; estudió Anatomía en el Hospital del Santo Spirito y asistió a los talleres de los pintores Marco Benefial (1684-1764) y Sebastiano Conca (1680-1764), pintores del Barroco tardío establecidos en Roma.
A fines del año 1744 volvía toda la familia a Dresde, donde Antonio Rafael comenzó a hacer retratos al pastel, técnica que se había puesto de moda en esa Corte gracias a la pintora veneciana Rosalba Carriera (1675-1757), que había decorado un gabinete con sus retratos. Al mismo tiempo empezó su carrera como pintor de retratos bajo la influencia del arte francés de Louis Silvestre (1669-1740), que había sido primer pintor de Augusto II y que ejerció su arte en la Corte de Dresde hasta 1748. De estas fechas son los primeros autorretratos de Mengs, en los que se aprecia una cierta influencia de Rafael en las posturas del cuerpo.
En 1745 fue nombrado pintor de la Corte sajona y en ese mismo año la familia Mengs emprendió su segundo viaje a Roma.
Durante este viaje y antes de establecer su residencia en Roma, pasó por Parma, donde conoció los frescos del Correggio; por Bolonia, donde estudió la obra de los hermanos Carracci, y por Venecia, sintiéndose atraído por la obra de Tiziano. Ya establecido en Roma siguió estudiando la estatuaria clásica y a los maestros del Renacimiento, y en 1748 comenzó a pintar una Sagrada Familia escogiendo como modelo de la Virgen a una joven italiana de clase muy humilde, Margarita Guazzi, con la que se casó en 1749, convirtiéndose previamente al catolicismo, y en diciembre de ese mismo año regresó a Dresde.
En 1751 fue nombrado primer pintor de la Corte sajona y se le encargaron tres cuadros para la Hofkirche de Dresde; el del altar mayor estaba dedicado a la Ascensión y precisamente pensando en la ejecución de este cuadro, pidió permiso para volver a Roma y así poder estudiar la obra de Rafael: fue terminado muchos años después, en 1766, cuando Mengs ya se encontraba trabajando para la Corte española. Antes de emprender su tercer viaje a Italia conoció a Sir Charles Hanbury Williams, diplomático inglés que le proporcionó una carta de presentación para el embajador británico en Florencia. Éste fue su primer contacto con el público inglés, que tantos encargos le proporcionaría a lo largo de su carrera. En septiembre de 1751 partió para Italia con su mujer, dos hijos y sus dos hermanas.
El invierno lo pasó en Venecia, donde conoció al paisajista británico Richard Wilson y al comerciante de arte Thomas Jenkins. En la primavera de 1752 pasó por Florencia y visitó al embajador británico, Horace Mann, que le dio una carta de presentación para el cardenal Albani en Roma. En el mes de mayo de ese año se instaló en Roma, en la Vía Sistina, donde prosiguió con sus contactos ingleses, haciendo retratos de caballeros británicos durante su Grand Tour. Su fama fue en aumento y en el mes de junio se le nombró académico de honor de la Academia Clementina de Bolonia y en agosto fue elegido miembro de la Academia de San Lucas de Roma. Mientras tanto, su taller romano comenzó a ser conocido y fueron muchos los artistas de diferentes nacionalidades que pasaron por él: Nicolás Guibal (1725-1784), Laurent Pecheux (1729-1821), Anton von Maron (1735-1808) que se casó con su hermana Teresa Concordia, Giovanni Casanova (c. 1730-1795); dos años más tarde se convirtió en profesor de la Academia del Nudo, que había sido fundada por el papa Benedicto XIV. En 1755 tuvo lugar el encuentro con Joachim Winckelmann, cuya amistad fue muy fructífera para ambos, pues Mengs supo aprovechar las teorías de Winckelmann sobre el arte antiguo en sus escritos y el filósofo se ilustró sobre los conocimientos prácticos y técnicos que de la estatuaria grecorromana tenía Mengs. Ese mismo año terminó las copias que el duque de Northumberland le había encargado años antes de la Escuela de Atenas de Rafael para su casa de Charing Cross, en Londres. La fama de estas copias perduró después de la muerte del artista, ya que en 1785 fueron grabadas por Giovanni Volpato, uno de los mejores grabadores italianos del momento, quien utilizó los dibujos que conservaban sus herederos.
Este mismo año de 1755 comenzaron sus problemas con la Corte sajona, y Mengs dejó de percibir su salario en Roma; al mismo tiempo su fama se extendía y continuaba recibiendo honores: fue nombrado caballero de la Espuela de Oro y, junto con Winckelmann, elegido miembro de la Academia Augusta. Su taller se convirtió en punto de encuentro de numerosos viajeros ingleses por sus conocimientos sobre las antigüedades y por su calidad como retratista; también fue visitado por personalidades, como la margravina Whilhelmine von Bayreuth y, seguramente relacionado con esta visita, está su proyecto de fundar una Academia en Bayreuth, que no se llevó a cabo.
En 1757 recibió el encargo de pintar al fresco el techo de la iglesia de San Eusebio, de Roma, que no finalizó hasta 1759. Para este proyecto tuvo como ayudantes a Maron y Byres y, casi al mismo tiempo, la corte de Nápoles se puso en contacto con el pintor para que hiciese unos retratos a los monarcas Carlos VII — el futuro Carlos III de España— y su esposa María Amalia de Sajonia.
En 1758 se instaló en una casa en la Via Vittoria, al lado de la plaza de España, donde se celebraban tertulias con la asistencia de numerosos artistas británicos, como el arquitecto escocés James Byres, el también arquitecto Robert Adam, el pintor Allan Ramsay y Winckelmann. Estas relaciones con la colonia de artistas británicos le dieron fama y se convirtió en uno de los agentes artísticos más importantes de Roma, junto a Thomas Jenkins y Gavin Hamilton. Su fama como retratista le valió el encargo de pintar al papa Clemente XIII y, en septiembre del año 1759, se trasladó a Nápoles para cumplir el encargo de retratar a la Familia Real; de este momento es el retrato del príncipe heredero y futuro monarca Fernando IV (Museo del Prado). Este viaje le permitió ampliar sus conocimientos sobre el arte romano, pues visitó Herculano y estudió los vestigios arqueológicos recién descubiertos.
Antes de su regreso a Roma tuvo la oportunidad de presentar a la Familia Real napolitana el cuadro encargado para el altar de la capilla palatina de Caserta. Ya en Roma terminó el cuadro de Augusto y Cleopatra para Henry Hoare; en esta ciudad se instaló junto a su familia en Villa Albani, pues había recibido el encargo de pintar el techo del salón de baile con el tema de El Parnaso o Apolo y las musas; mientras tanto siguió conociendo a artistas británicos, como Benjamín West, y al caballero Giacomo Casanova (1725- 1798), y recibiendo más honores, ya que fue invitado a formar parte de la Arcadia Romana con el nombre de Dinia Sipilio.
Mientras tanto, en España y tras la muerte de Fernando VI había subido al Trono Carlos III que en julio de 1761 le mandó llamar para que se trasladase a España a pintar, otorgándole el título de pintor de cámara. En agosto de ese mismo año, el pintor y parte de su familia salieron de Roma hacia Nápoles, desde donde se trasladaron por mar a Alicante; llegaron a Madrid el 22 de septiembre de 1761. En la corte española se encontraba el pintor napolitano Corrado Giaquinto (1703-1765) ocupado en decorar al fresco la escalera del Palacio Real, que partió en 1762 hacia Roma, al mismo tiempo que Giambattista Tiepolo y sus dos hijos llegaban a Madrid para ocuparse de la pintura al fresco del salón del Trono del mismo palacio.
Desde este momento confluyeron en la corte española las tres corrientes artísticas dominantes en Europa: el tardo barroco, el rococó y el naciente clasicismo.
Como los tres pintores tuvieron a su cargo importantes proyectos decorativos, hubieron de recurrir a ayudantes españoles, creándose de esta forma una importante cantera de jóvenes artistas nativos que conformarían las diversas tendencias de la pintura española hasta el final del reinado de Fernando VII. En el caso de Mengs, su ayudante más sobresaliente fue Francisco Bayeu (1734-1795).
En el año 1762, Mengs comenzó el techo de La Aurora en el cuarto de la reina madre Isabel de Farnesio, y La apoteosis de Hércules en la antecámara de Gasparini.
En este mismo año, en Zúrich, se publicó su primera obra escrita, Die Gedanken über die Schönheit and über den Geschmak in der Malerey, y en el mes de julio Winckelmann le comunicó que había muchos amantes del arte que desearían una traducción de su texto a otros idiomas. Su fama en Inglaterra iba en aumento y recibió una propuesta para establecerse allí.
Mengs, que siempre consideró que sus condiciones de vida y la climatología en Madrid no eran buenas, estuvo tentado de aceptar la oferta, pero decidió quedarse ante la promesa de que pronto podría regresar a Roma con un permiso real.
En 1763 tuvieron lugar sus primeros contactos con la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que le nombró director honorario por la rama de la Pintura, pero sus opiniones no siempre fueron bien recibidas por los académicos españoles, por lo que en 1764 el pintor bohemio decidió renunciar a su nombramiento, lo que no se llevó a efecto por una directa intervención del Rey. A pesar de todas estas diferencias, Mengs siguió colaborando con la Academia, sobre todo en el nuevo plan de estudios propuesto en 1766 y, aunque siguieron las diferencias de criterio hasta el final de su estancia en España, antes de regresar definitivamente a Roma regaló su importante colección de vaciados a esta institución con el fin de que sirviesen de modelo a los estudiantes. Relacionados con sus desacuerdos sobre los métodos empleados en la Academia de Bellas Artes de Madrid están dos escritos suyos de 1766: Discorso sopra i mezzi per far florire le belle arti in Spagna y Ragionamento su l’Accademia delle Belle arti di Madrid.
En ellos exponía sus métodos de enseñanza para conseguir un mayor aprovechamiento en el aprendizaje de los alumnos. Dos años más tarde se produjo el definitivo alejamiento del pintor de la Academia, abandonando su cargo y renunciando a su nombramiento como director honorario de Pintura.
Entre 1765 y 1769 pintó la decoración del dormitorio y cuarto de Carlos III en el Palacio Real de Madrid, una serie de cinco cuadros al óleo con el tema genérico de la pasión y muerte de Cristo. En 1766 terminó el cuadro para el altar mayor de la capilla palatina de Dresde con el tema de la Ascensión de Cristo, que había sido encargado en la década anterior. Este lienzo fue pintado y enviado desde España y su composición dejó una honda huella en obras semejantes de discípulos españoles. Al mismo tiempo recibió el encargo de pintar un cuadro para la capilla del All Souls College, de Oxford, con el tema del Noli me tangere. Ese mismo año tuvo lugar en Nápoles la muerte de Corrado Giaquinto, y la plaza vacante de primer pintor de cámara fue ocupada por Mengs, que en aquellos momentos se ocupaba de retratar al rey Carlos III y a sus hijos.
Desde España Mengs siguió cultivando sus relaciones internacionales; en 1767 tuvo lugar el viaje de Giacomo Casanova a Madrid, que se alojó en casa de Mengs, pero al año siguiente, y debido a sus incumplimientos eclesiásticos, fue expulsado de su domicilio y Casanova relata la anécdota en sus Memorias.
También en 1768 ocurrió el asesinato en Triestre de Winckelmann, con el que Mengs había mantenido correspondencia desde Madrid. La fama de Mengs como teórico de las artes creció en Europa a través de sus escritos y el director de la Academia de Bellas Artes de Sajonia consideró la posibilidad de llamar a Mengs a Dresde, pero el puesto de primer pintor todavía estaba ocupado por el veneciano Giovanni Casanova, y el nombramiento no se llegó a realizar.
En noviembre de 1769, Mengs, que había solicitado insistentemente un permiso para poder regresar a Roma, debido a sus continuos padecimientos físicos a causa del clima de Madrid, consiguió un permiso de tres años y partió para Italia vía Montecarlo, Génova, Parma y Florencia. En Parma comenzó a escribir una biografía de Correggio, que se hubiera debido incluir en una nueva edición de las Vidas de Vasari, proyecto que no se llevó a cabo y, después, fue incluida en las obras de Mengs editadas por Azara. Antes de llegar a Roma se detuvo en Florencia a comienzos de la primavera y allí pasó todo el año dedicado a la pintura.
Retrató al gran duque Leopoldo y a su esposa María Luisa, hija de Carlos III (Museo del Prado). Su entusiasmo por las esculturas de la Antigüedad que poseían le llevó a solicitar un permiso que le permitiese sacar copias en yeso de las más importantes, lo que logró que su colección de copias se incrementase, y en junio de 1770 fue nombrado académico por la Academia del Disegno de Florencia, al mes siguiente fue designado miembro de la Academia Lingüística de Génova y en diciembre fue elegido príncipe de la Academia de San Lucas de Roma.
En febrero de 1771 partió de Florencia hacia Roma, donde se instaló y allí fue nombrado director de la Academia de San Lucas; y, posiblemente gracias a la intervención del cardenal Albani, recibió el encargo de pintar al fresco la cámara de los Papiros en la biblioteca del Vaticano, cuyo tema principal fue una Alegoría de la Historia. Siguió su actividad como retratista, aunque abandonó su clientela británica para reflejar a personalidades relacionadas con el mundo español, como Azara, y eruditos romanos. Entre octubre y noviembre de ese mismo año Mengs terminó la enorme tabla encargada en 1769 y destinada al All Souls College de Oxford. Su tema Noli me tangere (Londres, National Gallery) tiene claras reminiscencias de Correggio y del cuadro homónimo que había pintado para el dormitorio de Carlos III en el palacio Real de Madrid.
También en Roma y cumpliendo sus obligaciones como primer pintor del rey de España, pintó una Adoración de los pastores (Washington, Corcoran Gallery) destinada a la capilla privada de Carlos III en el palacio de Madrid. El lienzo fue remitido a España en 1772 y pronto se vio que su instalación era errónea por la cantidad de reflejos que provocaba, ofreciéndose Mengs a pintar un fresco con el mismo tema.
Ese mismo año alquiló como residencia el palacio Pamphili de Roma, donde instaló su taller y su colección de yesos, que le sirvieron para establecer una pequeña academia donde muchos de sus discípulos trabajaron junto a él. Fue entonces cuando recibió el encargo de realizar un cuadro de altar para la Basílica de San Pedro en el Vaticano con el tema de La entrega de las llaves a san Pedro, lienzo que no llegó a realizar y del que sólo se conserva una grisalla preparatoria.
Durante los últimos meses del año 1772 y la primavera de 1773 viajó a Nápoles a instancias del rey Carlos III para hacer varios retratos de la Familia Real napolitana: Fernando IV de Nápoles, su hijo (Madrid, Patrimonio Nacional), dos retratos de su esposa, la reina Carolina (Madrid, Museo del Prado y Patrimonio Nacional) y uno de su hija María Teresa (Madrid, Patrimonio Nacional); todos ellos fueron remitidos a España. Después de su paso por Roma y ante las reclamaciones desde la corte española, que deseaba que regresase para terminar sus trabajos al fresco comenzados durante su primera estancia, Mengs emprendió su regreso a España por tierra deteniéndose en Florencia durante el verano de 1773 y la primavera de 1774, donde pintó su Autorretrato para la galería de los Autorretratos (Florencia, Galleria degli Uffizi), y a finales de abril se dirigió a España, pasando por Bolonia, Parma, Turín y Milán; llegó a Madrid el 9 de julio.
Durante su última estancia en España (julio de 1774-enero de 1777), Mengs pintó al fresco La Apoteosis de Trajano en la saleta Gasparini del Palacio Real de Madrid, y El tiempo arrebatando al Placer en el teatro del palacio de Aranjuez, que dejó sin terminar.
En 1776 publicó la Carta a D. Antonio Ponz sobre el merito de los Cuadros mas singulares que se conservan en el Palacio Real de Madrid, y en el mes de julio, alegando motivos de salud, pidió permiso para regresar a Roma, lo que realizó a principios de 1777.
Meses antes había regalado a Carlos III su importante colección de yesos, para que éste la depositase en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y sirviese así para la enseñanza de los alumnos. De esta manera evitaba dirigirse directamente a la institución, que el pintor consideraba que había sido injusta con él. Entre otras actividades palaciegas, Mengs se encargó de supervisar los cartones para tapices destinados a decorar los muros de los palacios reales y, según un memorial de 1779 dirigido por Goya a Carlos III para solicitar una plaza de pintor de cámara, fue Mengs quien le llamó para que trabajara en Madrid; del escaso tiempo en que ambos coincidieron en la corte, se conserva un informe en el que Mengs (julio de 1776) informa favorablemente del trabajo de Goya (1746- 1828), José del Castillo (1787-1793) y Ramón Bayeu (1746-1793).
Después de una pequeña estancia en Florencia, Mengs llegó en marzo de 1777 a Roma, donde, además del encargo no realizado para San Pedro en el Vaticano, hizo la copia de las pinturas romanas de la villa Negroni, excavadas a expensas de José Nicolás de Azara. En febrero de 1778 presentó en público su óleo Perseo y Andrómeda, que mereció gran aplauso de los aficionados romanos; en abril murió su mujer Margarita Guazzi y Mengs entró en un proceso melancólico y depresivo que le llevó a la muerte el 27 de junio de 1779. Fue enterrado en la iglesia romana de San Miguel in Sassia. Antes de morir había casado a dos de sus hijas, a una de ellas, Ana María, con el grabador español Manuel Salvador Carmona (1734-1820), y había seguido enviando más vaciados de las estatuas antiguas para la Academia de Bellas Artes de San Fernando. A su muerte, Carlos III dio pensiones a sus hijos, y su testamentaría fue gestionada por el diplomático español José Nicolás de Azara. La influencia estilística que Mengs dejó en España no sólo está representada por sus discípulos directos, sino también por otros pintores de su época en los que imprimió amplia huella, como Mariano Salvador Maella, y en pintores que vivieron durante la segunda mitad del siglo xix, como Vicente López (1772-1850).
Fuente: Real Academia de la Historia (https://www.rah.es)