Diana | Alegoría de la Noche
Documentado en 1769
En su manuscrita «Descripción de las Obras de Pintura» de Antonio Rafael Mengs (1728-1779), de 1781, José Merlo precisó las ubicaciones concretas de los cuatro lienzos de la serie de «Las Horas del día» encastrados como sobrepuertas en el tocador de la princesa de Asturias en el Palacio Real de Madrid. El de «La Mañana» estaba situado en la pared sur, sobre la puerta de paso al dormitorio de los príncipes; «El Mediodía» y «La Tarde» en el muro de Poniente, sobre las dos puertas que comunican con los trascuartos, mientras que la diosa Diana como figura alegórica de «La Noche» estaba emplazada en la pared norte, sobre el acceso a la pieza de besamanos. De este modo, el ciclo tenía una correcta lectura de izquierda a derecha, del amanecer a la noche, disponiendo en las paredes norte y sur las figuras femeninas y reuniendo en la oeste las masculinas.
Los cuatro lienzos fueron retirados hacia 1794 para disponer en los paramentos los estucos de los hermanos Brilli, según proyecto de Francesco Sabatini. Esa decoración de tiempos de Carlos IV, con relieves clasicistas blancos y fondos azules, tan del gusto de María Luisa de Parma, conforma la Sala de los Espejos. Fue entonces cuando se dieron a estos lienzos los formatos casi cuadrados que tienen en la actualidad, aunque puede distinguirse con facilidad la hechura primigenia mixtilínea, más propia del rococó que del clasicismo propugnado por Mengs en sus escritos y en sus pinturas. En 1808 y 1811, ya como cuadros, fueron inventariados en la «pieza siguiente a la del servicio de las Damas», pudiendo ser trasladados como sobrepuertas a «la sala vigésima primera» del mismo palacio en torno a 1816-1817, coincidiendo con la disposición de los cuartos de la reina María Isabel de Braganza, tal y como propone José Luis Sancho. Este nuevo destino no era disonante con la decoración de esa sala, si consideramos que el fresco de la bóveda, del propio Mengs, representa «La Aurora» y en sus cuatro «fachadas» conservaba todavía las alegorías de otro ciclo cuaternario, el de «Las Estaciones». En cualquier caso, allí los sitúa Francisco José Fabre en su «Descripción de las alegorías pintadas en las bóvedas del Real Palacio de Madrid», de 1829, describiendo este de Diana del siguiente modo: «En la cuarta y última está expresada la Noche por Diana en acto de volar en medio de las tinieblas: tiene el creciente en la cabeza, y en una mano el arco, disponiéndose con la otra á sacar una saeta de su aljaba, porque las saetas de Diana simbolizan los rayos lunares».
La figura está inspirada en la Antigüedad grecorromana, no solo en la temática de la diosa de la caza, sino también en los modelos tomados de la estatuaria clásica.