Febo | Alegoría del Mediodía
Documentado en 1769
El erudito Carlo Fea, biógrafo de Antonio Rafael Mengs (1728-1779), denominaba esta serie los «quattro crepuscoli». En puridad, el crepúsculo es la claridad que hay desde que raya el día hasta que sale el sol, y desde que este se pone hasta que es de noche, de modo que en «El Mediodía» y «La Noche» no se da ese fenómeno y, aunque haya efectos de luz en las pinturas, con el sol y la luna tras las cabezas de Febo y Diana, respectivamente, estos no son crepusculares.
En efecto, Apolo-Febo tiene su cabeza recortada sobre el sol y dirige sus flechas de fuego hacia abajo con el arco, cuando en el Mediodía los rayos solares inciden de forma más directa. Su apariencia recuerda bastante al «Apolo del Belvedere», desde el manto prendido por un broche hasta las sandalias e, incluso, en el característico moñete del peinado. Ese célebre modelo de la Antigüedad clásica fue ponderado por Mengs en sus escritos, situándolo en el grado sublime de la belleza, únicamente por detrás del grupo del «Laocoonte» y el «Torso del Belvedere». De todas esas esculturas obtuvo réplicas en Roma, ya fueran moldes o yesos.
Buscando la armonía del conjunto, Mengs renunció a la habitual representación de Apolo-Febo en el carro de sol, como Marcantonio Raimondi en el «Juicio de Paris» o Guido Reni en «La Aurora». Esa imagen del carro solar, muy extendida en el siglo XVIII, fue empleada incluso por un seguidor español de Mengs: Mariano Maella en la sala del billar de la Real Casa del Labrador de Aranjuez.
El aposentador José Merlo, en su manuscrita «Descripción de las Obras de Pintura […] executadas p.r D.n Antonio Rafael Mengs», de 1781, indica que esta pintura estaba colocada sobre una puerta fingida que había en el tocador de la princesa de Asturias en la pared de poniente. En esa misma pared, pero en el extremo norte, estaba la alegoría de «La Tarde», representada en la figura de Héspero, mientras que «La Mañana» y «La Noche» servían de sobrepuertas en las paredes sur y norte, respectivamente, completando de este modo el ciclo en una correcta lectura de izquierda a derecha, del amanecer a la noche, disponiendo en las paredes norte y sur las figuras femeninas y reuniendo en la oeste las masculinas.