Colgadura de verduras de malvas, guirnaldas y columnas
Anterior a 1808
Entre 1807 y 1808, la Real Fábrica de Tejidos de Seda de Miquel, Gay y Compañía de Valencia, trabajaba en una colgadura para la planta baja de la Casa del Labrador de Aranjuez, palacete que ya contaba con un excepcional conjunto de sederías, único en Europa. La colgadura formaba un trampantojo arquitectónico, concebido para aparentar una logia jónica cuajada de flores y simular que las paredes de la estancia estaban abiertas al jardín exterior. Se completaba con adornos de cestas de flores, águilas y patos. La documentación habla de estos tejidos decorativos titulándolos «Colgadura de verduras de malvas, guirnaldas y columnas», ya que dichas flores eran las que mayor presencia tenían en el increíble trampantojo vegetal que iba saliendo de los telares. El trabajo quedó interrumpido por la Guerra de la Independencia, pero el propietario de la manufactura, Jean Antoine Michel, guardó todas las telas, entregándolas a Fernando VII tras la contienda. Por ello, el conjunto jamás adornó el palacete de Aranjuez, conservándose en el Oficio de Tapicería en el Palacio Real de Madrid.
Michel había venido desde Francia como enviado de la más prestigiosa de las manufacturas sederas europeas, la lionesa de Camille Pernon. Pernon, que había servido ricos tejidos de seda para las cortes de Catalina la Grande o Luis XVI, comenzó a vender sus exquisitas creaciones a Carlos IV a partir de 1787. Para ello, había enviado a Madrid a un socio y agente de su manufactura, el diseñador François Grognard, quien, hábilmente introducido en el ambiente cortesano, enviaba con regularidad cartas a Lyon anotando los gustos de los reyes y los nobles, explicando la prisa que corrían los encargos, solicitando muestrarios en determinados colores para enseñárselos a los reyes y demás clientes y, en definitiva, dando precisa información sobre lo que podía vender. El negocio fue próspero hasta que España y Francia entraron en guerra con motivo de la muerte en la guillotina de Luis XVI y María Antonieta en 1793 y todos los franceses fueron obligados a abandonar el territorio español. Con la paz firmada en Basilea en 1795, Pernon, que quería reanudar el negocio con la corte española, y viendo que tejer telas de seda de lujo era cada vez más complicado en Lyon debido a la situación política francesa, envió a Michel para fundar una manufactura de tejidos de seda en Valencia.
Con las sublevaciones de los primeros días de mayo de 1808, el tejedor francés se nacionalizó español, españolizando también su nombre. A partir de entonces, inició una aventura rocambolesca intentando rescatar a Fernando VII en Valençay, avalado en la arriesgada misión por la Junta Suprema Central Gubernativa de los Reinos de España e Indias. Tras fracasar en el intento y dar cuentas de ello a las autoridades legitimas españolas, una vez terminada la guerra, volvió a España. A pesar de tener enormes dificultades financieras, logró reabrir la manufactura en Valencia que continuó trabajando ya para Fernando VII. Miquel fue quien, en fecha tempranísima en relación con otros países europeos, 1819, introdujo en España el mecanismo Jacquard, que revolucionaría el modo de tejer en toda Europa, dando inicio a una nueva era.