Combate de gladiadores
1635-1636
El cuadro forma parte de la numerosa serie pictórica encargada por el VI conde de Monterrey, Manuel de Fonseca y Zúñiga, virrey español en Nápoles entre 1631 y 1636, a muy diferentes artistas italianos residentes en Roma y Nápoles, para la decoración del Palacio Real del Buen Retiro en Madrid. La temática de la serie eran los fastos de la Antigua Roma, asunto de fácil paralelismo, según las tradiciones alegóricas de la pintura italiana, con la exaltación del poder y la gloria del rey de España —Felipe IV―, buscada para dicho palacio. Pero el ciclo también describía las diversiones públicas de la Roma clásica, como es el caso de esta lucha de gladiadores, en la que más que una intencionalidad política se querían resaltar los usos lúdicos de que gozaba el Buen Retiro.
Finoglia participó en el ciclo de la Historia de Roma con otras dos obras más ―el «Triunfo de Baco» y «Masinisa llorando la muerte de Sofonisba»―, hoy ambas en el Museo Nacional del Prado. Pero este «Combate de gladiadores» resulta muy singular, con esa acumulación tan abigarrada de figuras y caballos en un formato tan apaisado, que, sin duda, le vino sugerido para el lugar al que iba a ser destinado, desde el entorno del mentor del programa iconográfico, el conde-duque de Olivares, de quien Monterrey era cuñado. Su composición algo confusa y su paleta de colores fríos recuerdan los inicios de su carrera artística junto al pintor tardomanierista Ippolito Borghese, mientras que las armaduras y los caballos nos anuncian lo que serán los cuadros de la serie basada en la «Gerusalemme liberata» de Torquato Tasso, pintada por Finoglia entre 1642 y 1645 para el palacio histórico de Conversano (Puglia).
El Palacio del Buen Retiro fue una de las empresas decorativas más importantes del reinado de Felipe IV, teniendo como su principal impulsor a su valido, el conde-duque de Olivares. A la sencillez material y estética de su arquitectura, se contrapone la magnífica colección de obras artísticas que llegó a reunir en la década de los treinta, con idea de convertir el palacio en el centro principal para la celebración de fiestas y ceremonias oficiales de la corte madrileña. Una de las series pictóricas realizadas ex profeso para el palacio del Buen Retiro fue la de la Historia de la Roma Antigua, por lo que esta pintura juega un papel fundamental en el recorrido expositivo de la Galería de las Colecciones Reales, dentro del ámbito del reinado de Felipe IV, acompañando a la famosa «Vista del Palacio y jardines del Buen Retiro» de Jusepe Leonardo y a otra de las escenas del ciclo de Giovanni Lanfranco.