Dessert del príncipe don Carlos, futuro Carlos IV
1778-1786
A finales del siglo XVIII, el refinamiento artístico alcanzó uno de sus máximos exponentes con la creación de este extraordinario centro de mesa, obra del prestigioso orfebre romano Luigi Valadier. Realizado en 1778 en bronce dorado, piedras duras, madera y esmalte, este sofisticado «dessert», o deser, fue adquirido en Roma por Jacques-Laure le Tonnelier, bailío de Breteuil y embajador de Malta ante la Santa Sede.
Tras la muerte de Le Tonnelier en Francia, el «dessert» cambió de propietario. En 1786, el conde de Aranda, entonces embajador español en París, lo adquirió para Carlos de Borbón, por aquel entonces príncipe de Asturias y futuro rey Carlos IV. Esta pieza encontró en el monarca su propietario ideal, dado su profundo interés y conocimiento de las artes decorativas del Neoclasicismo.
El conjunto no tardó en adaptarse a su nuevo entorno. Una vez en la corte española, fue objeto de intervenciones en el Real Laboratorio de Mosaicos y Piedras Duras del Buen Retiro, donde Juan Bautista Ferroni y Luigi Poggetti ampliaron su basamento y añadieron nuevas arquitecturas, enriqueciendo aún más el conjunto original de Valadier.
La pieza destaca por la recreación en miniatura de célebres monumentos de la antigua Roma. Entre las arquitecturas representadas figuran columnas rostrales, obeliscos, templos, arcos de triunfo y escalinatas, elaboradas con mármoles, jaspes y piedras preciosas. Valadier tomó como referencia edificaciones icónicas, como el arco de Septimio Severo o el arco de Trajano de Ancona, logrando así trasladar la monumentalidad clásica a la mesa cortesana.