Ecce Homo
Hacia 1735
A la muerte de Luca Giordano, Francesco Solimena (1657-1747) se erigió en el principal pintor de Nápoles, recibiendo diversos encargos de la corte española, como el cuadro de «Alejandro Magno vencedor de Darío», para la serie del rey de Macedonia en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, y el lienzo de «La Santísima Trinidad coronando a la Virgen con santos», para el altar mayor de su Real Colegiata.
Pareja de la «Mater Dolorosa» (inv. 10003819), este lienzo presenta a Cristo como «Ecce Homo» (He aquí el hombre), en referencia a las palabras pronunciadas por Poncio Pilatos ante los judíos tras recibir Jesús los azotes de los soldados. El rostro sufriente del Redentor se resalta con un círculo tras él, a modo de nimbo. Ese dramatismo se acentúa con pequeñas notas de color vivo: las pinceladas rojas de la sangre en la frente por la corona de espinas y en los ojos mismos, que se muestran sanguinolentos. Con las manos atadas y la caña en la diestra, su anatomía se aleja por completo de los cánones de belleza clasicista. Parece incluso que el artista se dejó llevar por un acusado «feísmo», como el Hércules, tan poco airoso la verdad, ideado para el fresco del dormitorio de Carlos de Borbón en el Palacio Real de Nápoles, pintura por desgracia destruida, pero conocida por el boceto o «ricordo» que se expone asimismo en la Galería de las Colecciones Reales (inv. 10072375). Tiene la obra unas dominantes azul y roja, no solo por el fondo y el manto, sino también en la piedra, los querubines o la propia carnación color ceniza. Uno de los ángeles llorosos, el de cabello rubio, parece enjugar sus propias lágrimas con una de sus alas.
Este cuadro y su pareja proceden de la colección de Isabel Farnesio, teniendo pintada en el ángulo inferior derecho la flor de lis de la casa de Farnesio y, en el ángulo izquierdo, la numeración correspondiente al inventario de 1746 de las pinturas de la reina en el Palacio Real de San Ildefonso. Ese «930» viene descrito como «Jesuchristo desmaiado con la Caña en la mano» y la «Mater Dolorosa» (931) como «Ntrâ Sra también desmayada que la sobstiene un Angel la Caveza». Se asocian a otros dos cuadros: una santa María Magdalena (932) ―«Sta Maria Magdalena con un Divino Sor que le sobstiene con un dedo, y el resto de la mano descansa sobre una Calavera»― y un san Juan Bautista (933) ―«Sn Juan Bauptista que tiene recostado el codo izquierdo sobre una Piedra rotulo en la mano; y con la otra señala arriba»―, figurando todos ellos como «Pinturas de mano moderna de la Escuela de Solimena», si bien hoy sabemos que fueron pintadas por el maestro napolitano gracias al estudio que realizó Jesús Urrea en 1977 con motivo de su tesis doctoral sobre la pintura italiana del siglo XVIII en España.