El infante don Carlos de Borbón parte para Italia
Hacia 1733
Pintura alegórica de Jacopo Amigoni (hacia 1682-1752), que representa el viaje a Italia de Carlos de Borbón (1716-1788) ―futuro Carlos III de España y de las Indias― para tomar posesión como nuevo duque soberano de Parma. A la muerte de Alejandro Farnesio en 1731, ese ducado italiano pasó al primogénito de Isabel Farnesio y, por tanto, a la Casa de Borbón, siendo en el ínterin regente la abuela de Carlos y madre de Isabel, Dorotea Sofía de Neoburgo. Por ese motivo, el infante Carlos de Borbón partió hacia Parma desde el Real Alcázar de Sevilla, donde residía la corte durante el periodo denominado «Lustro Real». Inició el viaje el 20 de octubre de 1731, según informaba la «Gazeta»: «La ternura de la despedida fue la que corresponde à Principe tan amable». Casi un año después, el 8 de octubre de 1732, tras seis meses detenido en Florencia, entraba a caballo en la ciudad de Parma, entre las cuatro y las cinco de la tarde. Fue recibido por la tropa, el cabildo de la catedral, las comunidades religiosas y el Ayuntamiento en pleno. El soberano se dirigió a la catedral donde se cantó el «Te Deum» y, a continuación, al palacio, para ser recibido por su abuela «con tan indecible gozo, que si algo le explicò fue el silencio, conmoviendo à todos los circunstantes a la mayor ternura, y alegria al ver las demostraciones, con que manifestaba S. A. S. el jùbilo de gozar de la presencia de vn Principe justo acreedor del amor de todos, tanto por sus prendas, y virtudes personales, como por los realzes de su alta Progenie».
En edad adolescente, y con escaso parecido, guían al infante de España los dioses Marte y Minerva, en alusión a sus padres, pues el primero lleva en el escudo las armas de Felipe V. La Victoria entrega al joven una corona simbolizando el nuevo dominio, mientras un paje sujeta el manto dorado. Al pie, una divinidad fluvial ―que podría ser el torrente de Parma― y una figura de mujer, la Historia, escribiendo al dictado de Apolo, que señala el acontecimiento coronado de laurel y con su lira. Completan la escena la Fama, en lo alto y sobre nubes con sus dos trompetas, diversos niños jugando con flores, nereidas al fondo y, más allá, el monte Vesubio humeante, cuya presencia podría llevar a confusión en la correcta interpretación del suceso histórico representado en lenguaje alegórico.
Procede de la colección de Isabel Farnesio, como acredita en el ángulo inferior derecho la flor de lis y el número «1066» del inventario de San Ildefonso de 1746, que indica: «representa una Enigma, o Geroglifico quando el Rey de las dos Sicilias salio de España».