Espinario
Hacia 1561
Esta escultura copia un original romano del siglo I a.C. conservado en los Museos Capitolinos de Roma que reproduce, a su vez, un tema muy repetido en la escultura helenística del siglo III a.C. Según la tradición, el ejemplar romano fue encargado por el Senado como homenaje a un pastor llamado Martius al cual se le había encomendado la entrega de un mensaje y solo se detuvo a sacarse una espina que tenía clavada en el pie cuando hubo terminado su cometido.
Desde su ubicación en 1471 en los Museos Capitolinos y su aparición en distintos repertorios de estampas, la escultura ha sido una de las más célebres de la Antigüedad clásica. La obra siempre ha despertado admiración por la naturalidad del tema representado y la delicadeza del modelado del cuerpo infantil.
La copia perteneciente a las Colecciones Reales fue parte de un envío de obras que llegó desde Roma en 1561 como regalo para Felipe II por parte del cardenal Giovanni Ricci de Montepulciano (h. 1495-1574). El cardenal era conocido en la corte española porque había sido el enviado del papa ante Carlos V durante quince años y pasó algunos meses en Valladolid como nuncio interino durante su nunciatura en Portugal en 1550.
La documentación relativa a la copia del «Espinario» lo cita como vaciado por uno de los mejores escultores de la ciudad y Deswarte-Rosa (1990) lo atribuyó a Guglielmo della Porta (1515-1577) por los contactos que el escultor tenía con el cardenal Ricci de Montepulciano.
La escultura debió de permanecer en las bóvedas del Alcázar hasta 1615, año en que fue instalada en el centro de una fuente mandada construir por Felipe III en el Jardín de la Isla de Aranjuez. En 1782 se incorporaron a la fuente cuatro pequeñas esculturas de arpías en mármol, sustentadas sobre columnas del mismo material. Por motivos de conservación, las cinco esculturas se sustituyeron por réplicas en el año 2004.
Además del bronce atribuido a Della Porta, en las colecciones reales españolas existieron otras copias del modelo romano. La más antigua fue una copia en alabastro perteneciente a Margarita de Austria, que llegó a través de la herencia de María de Hungría, aunque desapareció del Palacio del Buen Retiro a principios del siglo XIX. Otro ejemplar en bronce, conservado actualmente en el Museo del Prado, fue instalado por Velázquez en el centro de la Pieza Ochavada del Alcázar. Sigue dentro de las colecciones reales la copia elaborada por el fundidor francés Ferdinand Barbedienne (1810-1892), que fue adquirida por la reina Isabel II y que está inventariada con el número 10072218.