Incensario
1645-1647
Este incensario o turíbulo pertenece al conjunto de altar, elaborado en coral, conservado en el Real Monasterio de Santa Isabel de Madrid (número de inventario 09630001) junto con una custodia, un cáliz, una naveta y una campanilla.
La casca del incensario, zona en la que se deposita el incienso, el pie, el cuerpo de humo, el copete y el manípulo están elaborados en cobre y enriquecidos con piezas de coral engastadas. La decoración es primordialmente vegetal, pero tanto el cuerpo de humo como la casca se embellecen con figuras y cabezas de ángeles. El interior del manípulo y la base del pie están embellecidas con motivos vegetales y geométricos cincelados en el metal.
La pieza al estar realizada en cobre no lleva marca, pero el uso del coral apunta a un origen siciliano. El arte de tallar el coral surgió en la isla de Sicilia, en especial, en la zona de Trapani y Palermo a principios del siglo XVI. Su trabajo más característico consistió en crear objetos que combinaban con gran belleza fragmentos de coral con láminas de cobre o plata dorada. La técnica se denomina «retroincastro» y consiste en insertar en la pieza elaborada con una lámina de metal, previamente troquelada, pequeños trozos de coral tallados con formas vegetales, figurativas y geométricas.
Aunque hasta el momento se desconoce cuando ingresó en el convento y quien lo donó, se baraja la posibilidad de que fuera durante el reinado del rey Felipe IV, a mediados del siglo XVII. Tanto Fernando Martín, en la obra que se publicó con motivo del IV centenario de este Real Convento («Real Fundación del convento de Santa Isabel de Madrid». Madrid, 1990, p. 154), como Leticia Sánchez y Cristina Mur («A História Partilhada: Tesouros dos Palácios Reais de Espanha». Lisboa, 2014, p. 174) afirman que su llegada pudo coincidir con la donación al Monasterio de un cuadro de José de Ribera que representa a la Inmaculada. Este está firmado y fechado en 1646 y fue remitido al rey desde Nápoles por don Juan José de Austria. Las piezas ya se incluyeron en el «Libro de inventario de las alhajas que subsisten en la Sacristía de este Real Convento» fechado en 1735.
Los elementos decorativos que la embellecen vinculan esta pieza con el resto de los objetos que constituyen el conjunto. El hecho de que el cáliz este marcado, las relacionan con obras de platería elaboradas en Sicilia a mediados del siglo XVII.