La caza del jabalí
Documentado en 1775
Con este «cartón» o «exemplar» para tapiz, iniciaba Francisco de Goya (1746-1828) su larga relación con la madrileña Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, mantenida, no sin desavenencias, durante casi veinte años. En efecto, el aragonés regresaba a Madrid el 10 de enero de 1775, reclamado por Antonio Rafael Mengs, gracias a la recomendación de su cuñado Francisco Bayeu. Este llamamiento se debía a la necesidad de cubrir la ausencia de Ramón Bayeu, pues su principal cometido en la corte sería suplir a su cuñado en la pintura de cartones. El 24 de mayo firmó la entrega de los cinco primeros, realizados en esos cuatro meses y medio, y el 30 de octubre hacía lo propio con otros cuatro cartones que, junto a los anteriores y a los ya pintados por Ramón Bayeu, completaban los modelos para la realización de los tapices destinados a la pieza donde comían los príncipes de Asturias en el Real Palacio de San Lorenzo de El Escorial. En esta primera serie, con representaciones de asuntos de caza y pesca, sabemos que el artista quedó subordinado a los diseños y la dirección de Francisco Bayeu. Éste, a su vez, podría haberse valido para la composición de una entalladura del «Libro de la montería» de Alfonso XI, impreso en Sevilla en 1582 (libro tercero, capítulo XXVIII, fol. 87r) o de un tapiz flamenco de mediados del siglo XVII –«Ulises herido por un jabalí»– tejido en los telares de Jan-Frans van den Hecke y conservado en las colecciones reales de Patrimonio Nacional (inv. 10004161). Aun tendría que esperar Goya un año para poder hacer sus primeros cartones «de ynbención», es decir, sin dependencia de modelos ajenos, en una serie destinada al comedor de los príncipes de Asturias en el Palacio Real de El Pardo. La escena representa a un cazador clavando la bayoneta a un jabalí acosado por los perros, con otros cuatro cazadores en segundo plano, ajenos a la fiereza de la montería que se desarrolla a escasos metros. El grupo de animales recuerda a las cacerías de Frans Snyders, tanto el jabalí como los perros en sus diferentes acciones, características de las composiciones del pintor flamenco: un perro revolcado en el suelo con la boca abierta, otro mordiendo el lomo del jabalí, otro la oreja... El agustino Gregorio de Andrés identificó el paraje en el entorno escurialense, la Dehesa de las Radas, y, al fondo, la sierra de Malagón. La conservación de los cartones de Goya no fue óptima por su almacenaje en la Real Fábrica de Tapices, enrollados en palos y después arrumbados esos «rollos» en los sótanos del Palacio Real de Madrid, en donde fueron hallados por Cruzada Villaamil en mayo de 1869.