Margarita de Austria, reina de España
Hacia 1621
El interés de la corte por contar con la imagen de la reina Margarita, habitualmente formando pareja con Felipe III, trajo consigo la existencia de un numeroso repertorio de su persona, que se extiende a lo largo de todo su reinado (Carmen García-Frías, 2022 y 2023). Tras la muerte de la reina el 3 de octubre de 1611, Felipe continuó con la iniciativa de encargar retratos de su consorte, contando con los modelos ya establecidos anteriormente. Dichas imágenes la muestran tal como la describían sus contemporáneos: figura esbelta, tez pálida y la mandíbula prominente habitual en los rostros de los miembros de la Casa de Austria.
Juan Pantoja de la Cruz fue el encargado de retratar a la familia real de Felipe III hasta su muerte en 1608, destacando la suntuosidad con la que plasma indumentaria y joyas, por las que Margarita sintió una especial afición, de acuerdo con la moda del momento. Su sustituto ―Bartolomé González— crea un nuevo tipo de retrato para la reina, claramente inspirado en el ideado por Pantoja para la galería del Palacio Real de El Pardo, hoy en el Instituto de Valencia de don Juan de Madrid. De ahí surgirán las distintas variantes, como la del grupo de retratos que la representan con el perro Baylan, en torno a 1609, en la que se reemplaza silla por lebrel irlandés y abanico por pañuelo. En el pecho lleva prendida una joya aovada de diamantes con la que suele aparecer a partir de ahora, en vez del joyel rico de las reinas de España. Esta versión del Real Monasterio de la Encarnación del taller del artista repite de forma parecida este modelo de tres cuartos, con la variedad de portar el pañuelo con la diestra y apoyar la izquierda sobre el brazo del sillón. Hace pareja con otro de Felipe III (PN00621948), y ambos presentan la singularidad de vestir elegantes trajes negros, no porque llevaran luto, como así lo demuestran las mangas blancas bordadas en plata de la reina, sino por ser la forma más oficial de representación exterior de la Casa de Austria.
Esta pareja de retratos ataviados de negro quizás pueda identificarse con la mencionada por Muñoz (1645) en la sacristía del citado monasterio madrileño de la Encarnación, como «retrato de los Reyes fundadores». Margarita fundó el monasterio en 1611, año en que murió, siendo Felipe el verdadero impulsor de su construcción, junto a la priora Mariana de San José. Con este mismo atuendo negro se representaron los retratos de Margarita y Felipe que Bartolomé González realizó en 1618 «para enviar a Polonia», es decir, a la corte de Segismundo III Vasa, que en ese momento estaba casado con Constanza de Austria-Estiria, hermana de Margarita.