Retrato de Felipe III armado
1621
Este retrato de cuerpo entero de Felipe III (1578-1621) aparece reseñado, junto al de su pareja Margarita de Austria (1584-1611), en la «Memoria de los retratos» que Bartolomé González pintó para el rey entre 1619 y 1621. El atuendo, aderezos y atrezo escénico del ejemplar de Felipe se describen de forma muy pormenorizada, y tras la restauración de 2014, salió a la luz «el pedazo de arquitectura» arquitrabada que echaba en falta María Kusche (2007) para poder identificarlo con el original de la «Memoria». La firma de ambos retratos ―«Barme. Gonçalez pintor del Rey f. 1621»— nos confirma la fecha exacta de ejecución.
Según la citada «Memoria», ambas efigies formaron parte de una serie de diez retratos de cuerpo entero con la representación de toda la familia real de Felipe III, incluida la reina muerta diez años antes, que encargó el propio rey al pintor para regalársela al duque de Uceda (1581-1624), que había sucedido a su padre, el duque de Lerma, como valido de Felipe III a partir de 1618. El rey quiso agasajar a su nuevo valido de esta forma tan espléndida, ya que son los únicos retratos registrados en la lista presentada por González que se donan a un servidor de la Casa del Rey, justo además en el año en que murió Felipe III en 1621. Gracias al descubrimiento de un documento del Archivo General de Palacio de Madrid (Carmen García-Frías, 2014), se ha podido saber que estos dos retratos, que habían estado desde un principio en posesión privada, pasaron a la colección real gracias a su adquisición por parte de Alfonso XII en 1881 procedentes de la testamentaría del erudito coleccionista oscense Valentín Carderera (1796-1880).
Ambos retratos responden a los prototipos oficiales establecidos por Juan Pantoja de la Cruz en la primera década del siglo XVII para la representación de los reyes, con las poses y elementos compositivos propios del poder real, que habían sido marcados por la escuela retratística española instaurada por Antonio Moro a mediados del siglo XVI. El de Felipe III sigue el esquema instaurado por Pantoja para su primera efigie como rey, la del castillo de Ambras de Innsbruck de hacia 1601, a la que le une también de forma muy particular la armadura tan similar que llevan ambos retratos. Dicha armadura está inspirada en el grupo de espléndidas guarniciones milanesas de niño pertenecientes a Felipe III, que se conservan en la Real Armería de Madrid, a la que tanto Pantoja como su discípulo Bartolomé González recurren constantemente para retratar a Felipe III, ya sea de niño, como de adulto.