Retrato de Felipe III, duque de Borgoña, llamado Felipe el Bueno
Hacia 1450
Felipe el Bueno (1396-1467) fue un príncipe francés de la Casa de los Valois, que, tras el asesinato de su padre Juan I Sin Miedo en 1419, heredó el ducado de Borgoña, el Franco-Condado y los condados de Flandes y Artois. Además, compró el condado de Namur y se anexionó los ducados de Brabante, Limburgo y Luxemburgo, y los condados de Henao, Holanda y Zelanda, logrando unificar bajo su control buena parte de los Países Bajos. El duque aparece aquí representado de busto, vestido con el acostumbrado color negro de la Casa de Borgoña, con la cabeza descubierta, pelo corto y sin barba. Luce una pequeña cruz con incrustaciones de perlas y el espléndido collar de la orden caballeresca del Toisón de Oro, de la que fue su fundador en 1430. Se dispone sobre un fondo de revestimiento de madera, por el que desciende en su lado izquierdo un insecto parecido a una cochinilla, cuyo significado resulta todavía enigmático.
Van der Weyden pintó varios retratos de Felipe el Bueno, aunque nunca fue su pintor de corte. El único retrato original que se conserva es el de pequeño formato que sirve de presentación a las «Chroniques de Hainaut» de Jacques de Guisa, pintada entre 1447 y 1448, y que se asemeja mucho a los retratos del duque que lucen el chaperón sobre la cabeza. De las numerosas versiones que se conocen de esta imagen de Felipe que lo representan sin tocar, es posible que las de mejor calidad se produjeran en serie en el taller de Van der Weyden, siendo la de la colección real española una de las más exquisitas. El aspecto, la indumentaria y el peinado de Felipe sugieren una ejecución en torno a 1450. La representación de las joyas y las pieles del cuello de este retrato resulta especialmente admirable, lo que obliga a pensar que fue realizado con toda probabilidad por uno de los mejores colaboradores del artista. Se enarbola como el prototipo de las versiones sin tocado, entre las que se cuentan la del Schloss Friedenstein de Gotha, que es la única que es prácticamente exacta, con un fondo de revestimiento idéntico, y las restantes del Koninklijk Museum voor Schone Kunsten de Amberes y de la Gemäldegalerie del Staatliche Museen de Berlín.
El ejemplar de Madrid es la primera de las versiones conservadas que se menciona en documentos históricos, al figurar en el inventario de pinturas de la reina Isabel Farnesio en el Palacio Real de La Granja de San Ildefonso de 1746, en donde aparecía como obra de la escuela de Alberto Durero, a quien se adjudicaban en España de forma generalizada muchas pinturas flamencas del siglo XV.