Retrato de Felipe IV con traje de brocado negro
Hacia 1632
Este retrato de medio cuerpo de Felipe IV, junto al de su pareja, Isabel de Borbón, reproduce fielmente las imágenes que Rubens había realizado durante su segunda estancia en España, entre 1628 y 1629, por encargo de su tía Isabel Clara Eugenia de Austria, archiduquesa y gobernadora de los Países Bajos. Así lo atestiguan la correspondencia de Rubens con su amigo, el célebre humanista Peiresc, de 2 de diciembre de 1628 y los comentarios de Francisco Pacheco sobre el pintor en el «Arte de la pintura» (1649).
De los originales, hoy perdidos o en paradero desconocido, partieron las distintas réplicas pintadas y grabadas hoy existentes, que se pueden agrupar en dos prototipos distintos de acuerdo con la vestimenta. En todas ellas, los reyes aparecen representados a la misma edad, con idéntica pose en ligera diagonal y ante una rica cortina de color carmesí, generalmente con un borlón dorado colgando de la misma. En el retrato de Felipe IV son siempre constantes el habitual collar del Toisón de Oro para la Casa de Austria y la golilla rígida, impuesta por el rey en la pragmática de 1623, que eliminaba los grandes cuellos tipo lechuguilla del reinado anterior.
La versión de las colecciones reales españolas corresponde al modelo que lo representa con suntuoso traje de corte, con un rico jubón negro brocado en oro y con capa a juego, adivinándose el puño de una daga bajo el brazo derecho. El mejor ejemplar de este primer prototipo fue el de la colección Ruzicka, desaparecido tras un incendio en 1985, cuando estaba depositado en el Kunsthaus de Zurich, y que, según los especialistas, era obra autógrafa de Rubens. En este mismo grupo se encontrarían las otras versiones idénticas de la Casa de Alba en Madrid y la de Carnegie Museum of Art de Pittsburg. En el segundo prototipo, el rey viste jubón de terciopelo negro con botonadura dorada, cadena cruzada, espada y daga al cinto, que presentan las versiones de más de medio cuerpo del Museo de San Petersburgo, Pinacoteca de Munich y Pommersfelden, y las de busto alargado del Kunsthistorisches Museum de Viena, Art Institute de Chicago y colección Altmann de Nueva York, así como también el grabado de Paulus Pontius de 1632.