Retrato de Felipe IV orante
1658-1660
Esta pareja de retratos orantes del rey y su segunda mujer, Mariana de Austria, no reproducen ningún original del maestro, por lo que no pueden ser copias «velazqueñas», sino que han de ser entendidas dentro de la evolución de la imagen regia, llevada a cabo por Velázquez y su círculo en los últimos años del reinado de Felipe IV. El cargo del sevillano como aposentador de palacio a partir de 1652 le obligó a contar con una mayor participación de sus ayudantes, quienes trabajarían bajo el patrón de los modelos creados por el maestro. Este retrato de Felipe IV es muy cercano a los ejemplares pintados por Velázquez a mediados de los años cincuenta, muy especialmente al de busto conservado en la National Gallery de Londres de hacia 1656. De dicho retrato también parte el famoso grabado de Pedro de Villafranca que sirvió de portada a la primera edición de la «Descripción del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial» de fray Francisco de los Santos de 1657. El distanciamiento propio de los retratos regios se hace aquí más acentuado por la rigidez de su postura y por su excesivo alejamiento del reclinatorio. Podría apreciarse cierto paralelismo con las figuras escultóricas en bronce de los miembros de las familias de Carlos V y Felipe II, realizadas por Pompeo Leoni, y que se sitúan en el altar mayor de la Basílica de El Escorial en actitud de adoración perpetua al Santísimo Sacramento.
La actitud orante y enfrentada de los dos retratos revela que fueron ideados para mostrar el fervor particular de estos monarcas por la advocación mariana de la Virgen del Patrocinio. De hecho, ambas efigies fueron encargadas para flanquear su imagen escultórica dentro de la capilla, que se acotó en el lado de la Epístola de la Basílica de El Escorial, frente a la escalera de comunicación de las habitaciones del rey con el Panteón de Reyes, tras la aprobación de la bula concedida para su culto por Alejandro VII en 1656. En la actualidad, la imagen de vestir de la Virgen, adquirida por Felipe IV en Valladolid hacia 1658, se conserva en la capilla de las Vírgenes, a los pies de la citada basílica, al igual que el altar de pórfido y plata, original de la misma.
Los magníficos marcos de bronce dorado con algunos símbolos de la Casa de Austria ―leones y putti sosteniendo la corona real―, que conservan los dos retratos, vienen a reafirmar la importancia dada al proyecto de la capilla de la Virgen del Patrocinio. La creación de dicha capilla debe incluirse dentro de la campaña de mejoras decorativas implantadas en El Escorial, a partir de la inauguración del Panteón de Reyes en 1654.