Retrato de Isabel la Católica
1500-1504
El retrato muestra a la reina (1451-1504) en los últimos años de su vida, y en su rostro puede vislumbrarse una expresión triste por las sucesivas muertes de sus familiares: el príncipe heredero don Juan (+1497), su hija primogénita Isabel, reina de Portugal (+1498) y el hijo de esta, el príncipe Miguel (+1500) (Pilar Silva, 2014); y por la constatación de la inestabilidad emocional de su otra hija Juana. En cuanto a la tipología, se trata de un retrato de carácter representativo, en el que el pintor, siguiendo la tradición flamenco-borgoñona, muestra a Isabel ante un fondo neutro, de busto y de forma sencilla. Viste una saya de color pardo verdoso con gran escote cuadrado, cubierto por una camisa blanca listada con bandas negras y con cenefa bordada en negro con los leones rampantes y unas barras cruzadas a modo de castillos, elementos que simbolizan la corona de Castilla. Su rostro presenta cierta flacidez, sus ojos son de un tono azul grisáceo y el cabello rubio rojizo está recogido en dos crenchas curvas y cubierto por un tocado blanco y un fino velo transparente, que se enlaza sobre el pecho con un lujoso joyel que forma una cruz de brazos iguales flordelisados, del que pende una venera de oro con una piedra preciosa triangular en su interior, rodeada de una sarta de perlas. Es el famoso joyel de la cruz de Jerusalén con la venera de Santiago, que se registra en las cuentas de la reina católica como una de sus joyas más emblemáticas.
Juan de Flandes pudo haber pintado con total seguridad la imagen del natural, ya que el artista trabaja como pintor de corte de Isabel la Católica desde 1496 hasta la muerte de la reina en 1504, período en el que habría que situar la obra. Patrimonio Nacional conserva una copia muy semejante (PN10010174) a este original de Juan de Flandes, pero las diferencias estilísticas y técnicas quedan bien patentes tras los análisis realizados a ambas obras. La copia es del primer tercio del siglo XVI, pero su autoría resulta de difícil identificación, aunque distintos especialistas hayan querido atribuirla a Bartolomé Bermejo (Elías Tormo, 1926), a un pintor de escuela toledana (Diego Angulo, 1951), o a la obra más temprana de Juan de Borgoña (Elisa Bermejo, 1991).
Posiblemente podría ser identificado con la imagen de Isabel la Católica que los monjes de la cartuja de Miraflores regalaron a Felipe V y María Luisa Gabriela de Saboya, a raíz de su visita a la misma (1704-1706). Mientras que la copia, también perteneciente a dicha cartuja, se considera que fue la regalada a la reina María Cristina de Borbón, madre de Isabel II, durante el viaje oficial que realizaron ambas a la ciudad de Burgos en 1845.