Retrato de la madre Mariana de San José
Hacia 1608
Representación femenina de tres cuartos y de frente, ligeramente girada. La aparente sencillez de la retratada se aprecia en la disposición de la figura y su vestimenta. Su anonimato desaparece tras la información que aporta la inscripción situada a la derecha del lienzo, donde se aclara que se trata del retrato de la madre Mariana Manzanedo y Maldonado, o de san José (1568-1638), fundadora y primera priora del Real Monasterio de la Encarnación de Madrid.
La autora de esta obra fue la también religiosa Francisca Ortiz de Sotomayor, persona culta y gran amante de las artes, quien pintó a la monja Mariana poco tiempo después de la fundación de un monasterio agustino recoleto en Valladolid, en 1606. Por tanto, esta pintura supone un significativo ejemplo, a comienzos del siglo XVII, de retrato de mujer realizado por otra mujer.
El cuadro, considerado una «vera effigies» de Mariana de san José, es decir, una imagen verdadera y tomada del natural de la religiosa, la presenta con el hábito de agustina recoleta, muy sencillo y de materiales toscos. Compuesto por velo y túnica o hábito negro y una toca de color blanco, que cubre su cabello y hombros, deja al descubierto solo su rostro incorporando, como elemento que aporta dinamismo, una corona de flores sobre su cabeza, símbolo de su matrimonio con Dios.
Cabe destacar que la priora está en actitud de escribir, con un libro en una mano y una pluma en la otra, mostrándola como una auténtica mujer de fe y de letras. De hecho, aunque en la época se consideraba que las mujeres no estaban capacitadas para abordar temas trascendentales, menos de teología, algunas de ellas desafiaron estos conceptos y asumieron este don también como suyo. Entre las mismas se encontraba santa Teresa de Jesús (1515-1582), quien influyó con firmeza en Mariana, adoptando esta la misma actitud que la santa. Por tanto, este retrato muestra una mujer poco convencional para la época, y poco estereotipada como monja del momento, sirviendo además esta pintura como un «exemplum» para todas las demás religiosas que buscaran seguir sus pasos.