Retrato de Margarita de Austria
Fechado en 1621
Este retrato de cuerpo entero de Margarita de Austria (1584-1611) aparece reseñado, junto al de su pareja Felipe III (1578-1621), en la «Memoria de los retratos» que Bartolomé González pintó para el rey entre 1619 y 1621, año este último con el que está firmado el cuadro como fecha de ejecución para las dos imágenes. Su traje de corte «de tela rica de oro y plata el campo, guarniciones bordadas de plata y oro […] y puntas de diamantes en la delantera de la saya y manga, que es redonda», como así se describe en la «Memoria», es muy parecido al que llevó en sus esponsales por poderes en Ferrara ante el papa Clemente VIII en noviembre de 1599. La «joya grande» citada es el llamado joyel rico, la alhaja por excelencia de las reinas de la Casa de Austria, que tan habitualmente ostenta Margarita en todos sus retratos, compuesto del gran brillante del «Estanque», que fue adquirido por Felipe II para Isabel de Valois con ocasión de sus esponsales, y la «Perla Peregrina» pinjante, también comprada por dicho rey.
El retrato de Margarita reproduce de forma muy cercana el modelo de cuerpo entero creado por Pantoja en 1606, hoy en el Prado, que la representa en idéntica pose con su diestra sobre una silla y el pañuelo de encaje en la mano izquierda, aunque el traje y diadema sean diferentes (Carmen García-Frías, 2023). Ya Bartolomé González había tomado anteriormente este ejemplo para el retrato de tres cuartos de la reina de la galería de retratos de El Pardo, hoy en el Instituto de Valencia de don Juan de Madrid; o para sus retratos de la reina con el perro Baylan, que presentan la salvedad de sustituir la silla por un perro, como son el de tres cuartos de 1609 del Museo del Prado, o su réplica de cuerpo entero, regalada por Felipe III al Real Monasterio de la Encarnación de Madrid.
Este retrato y su pareja con Felipe III formaron parte de una serie de diez efigies de cuerpo entero con la representación de ellos dos y de sus ocho hijos, que encargó el rey a González para regalársela al duque de Uceda, Cristóbal Gómez de Sandoval-Rojas y de la Cerda (1581-1624), que había sucedido a su padre, el duque de Lerma, como valido de Felipe III, a partir de 1618. Las descripciones son tan precisas que también pueden reconocerse otros retratos de la serie, hoy desperdigada entre distintas colecciones, como el de la infanta Ana Mauricia, futura reina de Francia, hoy en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, o los del cardenal infante Fernando y la infanta Margarita del Palacio de Viana de Córdoba.