Salomé con la cabeza del Bautista
Hacia 1607
Composición en medias figuras, con Salomé como protagonista indiscutible de la escena, que aparece con su bello manto de color rojo sosteniendo en una bandeja de plata la cabeza del Bautista, que el verdugo, todavía con su espada en la mano, acaba de entregarle mientras una vieja criada contempla con expresión grave el hecho. San Juan Bautista, que había condenado el matrimonio de Herodes con Herodías, murió decapitado por orden de dicha reina, que se había sentido humillada por el profeta. Su hija Salomé fue la que exigió a su padrastro Herodes la cabeza del santo como premio a su danza, interpretada durante un banquete.
La obra fue realizada en el periodo en que Caravaggio hubo de exiliarse tras su precipitada huida de Roma. El modelado tan sólido y la carga tan emotiva en el uso del color permiten encuadrarla técnicamente durante su primera etapa en Nápoles, entre octubre de 1606 y junio de 1607. Su composición muestra una extraordinaria invención, ya que aparecen confrontadas belleza y brutalidad, entre una Salomé indiferente, que mira con contenida satisfacción al espectador, y la cabeza de su víctima inocente; tomando como modelo antiguos ejemplos lombardos del Cinquecento, como los de Bernardino Luini. Medio girado de espaldas, con su robusto torso definido por el recorte violento de la luz, el joven verdugo todavía tiene sujeta la empuñadura de la espada, situada en penumbra y en descanso vertical, una vez concluida la cruel tarea. No hay en el rostro curtido de este hombre ni el más mínimo asomo de la ira que suelen tener los ejecutores de los hombres santos, sino más bien compasión, como la de la vieja criada, cuya cabeza parece surgir del cuello de Salomé, como una figura bifronte. La última restauración permitió determinar con mayor precisión el velo amarillo que cubre el pecho de Salomé o la posición de la espada del verdugo.
Es una de las pinturas más importantes de la colección de Felipe IV que atesora Patrimonio Nacional. Procede de la colección de García de Avellaneda y Haro, segundo conde de Castrillo, que fue virrey de Nápoles entre 1653 y 1659, especificándose en su inventario de 1657 como: «Un quadro de la degollación de San Juan con la mujer que recibe la caveza del Santo el Verdugo y una vieja al lado de seis palmos con marco negro de peral es original de Caravacho». Castrillo, como otros altos dignatarios de Felipe IV, recibía partidas de dinero para «gastos secretos», que se utilizaban en parte para compras de obras de arte para Felipe IV. Es citada por primera vez en el Alcázar de Madrid en 1666. Allí permaneció hasta el incendio del edificio en 1734, pasando posteriormente por diversos palacios reales.