Santa Clara de Asís con la custodia
1500-1530
Imagen sedente de la fundadora de la Orden de Santa Clara, que es la rama femenina de la Orden de San Francisco instaurada en 1212. Va ataviada con el hábito de clarisa ―sayal y manto marrones― y sobre la cabeza lleva una toca blanca recubierta por velo negro. En sus manos porta dos de sus atributos iconográficos más habituales: la palma, que es una singularidad propia de los mártires y representa su victoria sobre la muerte; y la custodia con el Santísimo Sacramento, con la que rechazó a los soldados sarracenos, que acompañaban al emperador Federico II en su asalto a la ciudad de Asís.
El modelo femenino y la virtuosidad técnica son propios del artista anónimo castellano, que Diego Angulo designó en 1940 con el apelativo de Maestro de Portillo, por su semejanza con una serie de tablas que procedían de un retablo de la iglesia de San Esteban de Portillo, hoy en la capilla del palacio arzobispal de Valladolid. Se trata de un pintor activo durante el primer cuarto del siglo XVI, que trabaja en tierra palentinas y vallisoletanas y que conoce bien la obra de Pedro Berruguete. Del pintor palentino toma su colorido brillante y los efectos volumétricos, así como la forma de disponer a la santa en la misma posición sedente sobre un banco y tras un pretil, que recuerda a los personajes sagrados de las predelas retablísticas de Berruguete. Pero, como indica Pilar Silva (1995), estos elementos ya estaban incorporados al lenguaje artístico de los pintores castellanos de aquel momento. Sus tipos humanos son inconfundibles, porque presentan el mismo tratamiento suave de los rasgos, que podría recordar la pintura de la región francesa de Picardía —por su situación geográfica al norte de Francia en contacto con la pintura flamenca— de finales del siglo XV. Sin embargo, el modo de pintar sus manos y otros detalles puede resultar algo torpe, ya que aparecen delineadas con perfiles gruesos de color negro.
Coincide también con Berruguete en el abundante uso del oro, que aquí el pintor utiliza para plasmar el nimbo de la santa, la custodia y el fondo dorado de rosetas, imitando labores de brocados. Dicho fondo está rodeado por una cenefa decorativa, recorrida por unos bastones verticales que simulan una inscripción inteligible, a juego con los elementos circundantes que recorren la aureola de la santa, detalles que pueden resultar algo retardatarios de cierto gusto gotizante.
El Real Monasterio de Santa Clara de Tordesillas conserva del mismo autor un conjunto de tablas de la vida de santa Clara y san Francisco de Asís, pertenecientes a un retablo desmembrado, quizás el del altar mayor de su iglesia. Pero esta Santa Clara no parece formar parte del mismo conjunto.