Sillón
1800-1806
Caracterizado por la riqueza de sus materiales, la delicadeza de su factura y la elegancia de sus formas, el Gabinete de Platino de la Real Casa del Labrador de Aranjuez puede ser considerado como la mejor expresión del estilo imperio francés en la península ibérica y un reflejo del gusto del rey Carlos IV.
En el diseño, fabricación e instalación de esta pequeña estancia, estudiada por investigadores como Chantal Castinel-Coural o Javier Jordán de Urríes y de la Colina, entre otros, participaron algunos de los artífices más afamados del momento, como Charles Percier ―y quizás Pierre-François-Léonard Fontaine― y Michel-Léonard Sitel, diseñador y broncista respectivamente, quedando el proyecto perfectamente recogido en la publicación de los dos primeros, titulada «Recueil de décorations interieures comprenant tout ce qui a rapport à l'ameublement». La elección del platino como material principal se debió, entre a otros factores, a la novedad de este, además de al hecho reivindicativo de que fueron los españoles quienes descubrieron este material en América en el siglo XVIII.
El conjunto se convirtió en un magnífico ejemplo de las más modernas artes aplicadas, incluyendo pavimento, «boiseries», techo y mobiliario, participando el rey en la elección de los diseños a partir de las propuestas recibidas desde Francia. Los trabajos ―incluyendo entre ellos el diseño del gabinete― comenzaron en 1800, ejecutándose las distintas piezas en París, excepto el pavimento, que fue realizado en talleres madrileños. En 1804 Sitel partió de Francia con todos los elementos prestos para ser instalados en la sala, que quedaría montada a finales de ese mismo año a excepción de los muebles, llegados dos años más tarde.
La caoba, el bronce y el platino se despliegan por todas las superficies de la sala creando uno de los mejores repertorios de los motivos típicos del estilo Imperio: palmetas, guirnaldas, rosetas, caballos alados, coronas de laurel, estrellas y esfinges finamente cinceladas retrotraen al espectador a la Antigüedad clásica. Esta decoración se muestra también en el mobiliario de la estancia, compuesto por un sillón ―si bien en origen eran dos―, dos sillas y dos banquetas, diseñado por Percier y ejecutado por el ebanista Xavier Hindermeyer y el broncista Pierre-Auguste Forestier.
El sillón, de patas delanteras rectas y traseras de sable y respaldo de copete vuelto, se adorna con aplicaciones de bronce y platino en forma de flores, tallos y palmetas, destacando las dos cabezas de guerreros que rematan sendas ménsulas empleadas a modo de montantes de los reposabrazos. No ha llegado hasta nuestros días la tapicería original de los muebles, mostrando actualmente una de damasco blanco de doble palmeta.