Tabernáculo
1619
En 1619, el orfebre y fundidor sienés Doménico Montini realizó este magnífico tabernáculo de plata, bronce y piedras duras para la iglesia de Annunziata de Nápoles, templo para el que también cinceló una lámpara de plata y forjó una verja de hierro. El autor, activo en Nápoles y en Roma en la primera mitad del siglo XVII, plasmó su firma en el escalón inferior del tabernáculo, donde grabó en bronce la inscripción alusiva a su autoría y a los nueve meses que tardó en ejecutar la pieza: «D. GA DOMENICO MONTINI SENESE ARGENTIERE A FATTO IN MESI NOVE A. 1619 NON OSTANTE». La obra, concebida a modo de templo de planta centralizada, fue finalmente enviada en dicho año a España por Pedro Téllez-Girón y Velasco, duque de Osuna y virrey de Nápoles, quien le añadió al tabernáculo el escudo real y la regaló al rey Felipe III.
La realización de la pieza, llevada a cabo en su totalidad por Montini, requirió de los más ricos materiales traídos de diversas partes de Italia. Es probable que las escenas de paisaje y el mosaico del florero ubicado en la puerta proviniesen de Florencia, ciudad donde despuntaba en los trabajos de piedras duras la «Galleria dei Lavori», fundada por el Gran Duque de Toscana Fernando I de Médici en 1588 y especializada en las labores de la taracea pétrea. Esto explicaría el hecho de que uno de estos paisajes, concebido en formato vertical, haya sido colocado en horizontal, lo que indica que no se trata de piezas realizadas exprofeso para el tabernáculo. Por su parte, el resto de elementos decorativos debieron ser ejecutados en Nápoles, como los mármoles de la base, los ornamentos de la cúpula o las ocho columnas en «verde di Corsica» que decoran el cuerpo central y que presentan capiteles en bronce dorado, mismo material empleado en las esculturas del tambor y en el Cristo triunfante que remata el conjunto.
La calidad de este tabernáculo lo hizo valedor de la admiración de la corte de Felipe IV, apareciendo ya reseñado en el inventario del Oficio del Guardajoyas de 1622. Además, ocupó un puesto principal en la Capilla del Real Alcázar de Madrid, donde se salvó de las llamas del incendio que terminó con el edificio en la Nochebuena de 1734.