Vista de la bahía de Nápoles
1800-1825
Este abanico consta de una fuente de escaso desarrollo en marfil calado con trabajo de segueteado, decorado con motivos de candelieri vegetal esquemático. Las guardas añaden además una aplicación de cobre dorado en forma de huso, repitiendo los motivos calados de la fuente sobre una hoja metálica plateada. Se articula en torno al clavillo de plata con un remache de lenteja.
El país doble de piel de vitela está pintado solo por el anverso. En él se representa en escena única la bahía de Nápoles con la barriada meridional de la ciudad, el puente de la Magdalena y el volcán del Vesubio al fondo. En primer término, a ambos lados del varillaje se extiende el malecón del muelle Angioino próximo al Castel Nuovo, donde unos tipos se preparan para darse un baño y otros charlan junto a las rocas. El muelle se prolonga en una rampa por donde transitan dos marineros y otros personajes con tricornios y un perro. Alcanza a un edificio bajo de ladrillo y piedra coronado con la estatua de un santo obispo, quizás san Genaro, junto al cual descansan otros lugareños.
La bahía está salpicada de embarcaciones de distinto calado, barcas, pequeños veleros y fragatas de bandera inglesa. Hacia el fondo se recorta el litoral de la Marinella que desemboca en el puente de la Magdalena, por donde antaño circulaba el río Sébeto. Siguiendo la Strada Regia se divisa el caserío en torno al Palacio de Portici, y más allá el majestuoso volcán del Vesubio, con su doble cono hundido. En la rosca sobre la fuente discurre una cenefa con la leyenda: «VEDUTA DEL PONTE DELLA MADALENA E DEL VESUVIO PRESA DAL MOLO» («VISTA DEL PUENTE DE LA MAGDALENA Y DEL VESUBIO TOMADA DESDE EL MUELLE»). También lleva la firma en el ángulo inferior izquierdo: «Alessandro d’Anna dip(inxit)/ 1800».
Se trata de uno de los pocos abanicos del siglo XVIII que se encuentran firmados. Su autor Alessandro d’Anna (1746-1810) es conocido en el ambiente napolitano como pintor de escenas de costumbres y vedute de la bahía y ciudad de Nápoles, con el Vesubio de fondo. La pintura de vistas fue muy solicitada en esta época como recuerdo de los viajeros del «Grand Tour», que acudían entusiasmados a contemplar las ruinas romanas y la impresionante silueta de la cima volcánica, en constante actividad eruptiva a lo largo del siglo XVIII. La representación de varios navíos ingleses puede deberse, no obstante, a la presencia de la escuadra del almirante Nelson por el Mediterráneo, intentando aplacar las ansias expansivas del ejército napoleónico.