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Este préstamo excepcional del Palacio de Versalles es un ejemplo perfecto de las relaciones familiares y políticas que unieron a las casas de Borbón francesa y española, y es testimonio histórico y artístico de los acuerdos y desacuerdos que ambas ramas de la familia vivieron a lo largo del siglo XVIII.

Las ambiciones de Felipe V en Italia, y la guerra de la Cuádruple Alianza (1718-1720), habían deteriorado las relaciones entre el reino de Francia y el de España. En 1722 se concertó una doble boda para reconciliar a las dos monarquías: la infanta Mariana Victoria (1718-1781) contraería matrimonio con Luis XV (1710-1774), primo hermano suyo, y el príncipe de Asturias, Luis (1707-1724), heredero de la corona española, se uniría a una de las hijas del regente francés, Mademoiselle de Montpensier (1709-1742). El intercambio de princesas se produjo el 10 de diciembre de 1722 en la isla de los Faisanes, escenario tradicional de los encuentros principescos entre Francia y España, donde los embajadores de ambos países ya habían hecho entrega en el pasado de varias reales prometidas: Isabel de Francia, futura esposa de Felipe IV, Ana de Austria, prometida de Luis XIII, o María Teresa de Austria, a quien se unió Luis XIV.

Sin haber cumplido aún los cuatro años, Mariana Victoria fue separada de su familia para ser educada en el palacio de Versalles, donde se la trataba como a una pequeña reina. Sin embargo, Luis XV, preadolescente, no manifestó interés alguno por su prima, ocho años menor que él. De hecho, el proyecto nupcial naufragó al poco tiempo a causa de la muerte del príncipe de Asturias y el afán de asegurar cuanto antes la descendencia de Luis XV. El 5 de abril de 1725, Mariana Victoria fue devuelta a España, afrenta que acabó con la reconciliación entre los dos países y empujó a Felipe V a romper las relaciones con su país natal. 

Durante su paso por la corte de Francia, Mariana Victoria fue representada en varias ocasiones. Este doble retrato de Alexis Simon Belle, donde aparece junto a Luis XV, no es muy anterior a su regreso a España. La niña tenía entonces siete años.

Hijo de pintor, Belle se había especializado en el género del retrato, en el que lo había iniciado su maestro, François de Troy (1645-1730); tanto es así que, en 1703, al ingresar en la Real Academia de Pintura y Escultura francesa, lo hizo en calidad de retratista. Junto a un gran número de encargos privados, Belle adquirió notoriedad gracias a la ejecución de diversos retratos para la corte de Polonia, los Estuardo (establecidos en Saint-Germain-en-Laye tras el exilio de Jacobo II de Inglaterra) y, sobre todo, la familia real francesa.

La presente composición recurre de nuevo a la fórmula del doble retrato principesco que ya había usado François de Troy en un cuadro conservado actualmente en el Palacio Pitti (Florencia). En un principio, como en esta última obra, Belle optó por un formato rectangular vertical que permitía representar al rey de pie, vestido con un elegante traje de corte y ceñido con el cordón azul de la orden del Espíritu Santo. Recortada ovalmente en fechas que se ignoran, la composición actual se centra en las caras de los protagonistas.

En vez de representar a la infanta junto al joven rey, Belle dio preferencia a la mise en abyme: Mariana Victoria aparece en un retrato que Luis XV señala con elegante gesto. Este «cuadro dentro del cuadro» es obra del Amor, personificado con los rasgos de un genio en el extremo derecho de la composición. 

Gracias a este simulacro, Alexis Simon Belle puede atenuar la diferencia de edad entre el monarca y la infanta. Para reforzar el vínculo entre los protagonistas, el pintor también crea una correspondencia entre los colores de los suntuosos ropajes y entre los brocados y encajes que los realzan. El marco del falso retrato de la infanta, y la disparidad en los trasfondos, son los únicos elementos que permiten darse cuenta de que Luis XV y su prometida no están representados en el mismo espacio.

Pintor de la corte francesa, Belle ya había realizado los retratos de Luis XV con traje de coronación –cuyos rasgos retoma en esta obra– y de la joven infanta en los jardines de Versalles. En este caso, aunque estemos delante de una imagen oficial de la pareja principesca, la delicadeza de los gestos, el juvenil encanto de los rostros y la tierna sonrisa de Mariana Victoria tiñen este cuadro de aparato de un candor acorde a la edad de los modelos. 

Galería de imágenes


Textos en francés

Textes en français

Título

El Amor presentando a Luis XV el retrato de la infanta Mariana Victoria de Borbón

Autor

Alexis-Simon Belle (1674-1734)

Datación

1724

Características

Óleo sobre lienzo

Dimensiones

127 x 154,5 x 11,5 cm.

Procedencia

Museo Nacional de los Palacios de Versalles y Trianón

Ubicación

Planta -2. Sala de Borbones.

Créditos

Texto: Clara Terreaux, conservadora de pintura del siglo XVIII, Palacio de Versalles. Fotografía: Christophe Fouin

Patrocinadores

Fundación Ramón Areces

Colaboradores

Museo Nacional de los Palacios de Versalles y Trianón

Otras obras relacionadas

Retrato de María Carolina Sobieska, princesa de Turenne y duquesa de Bouillon
Alexis-Simon Belle
1724
Palacio Real de La Granja de San Ildefonso
10002063

Retrato en tres cuartos de la princesa polaca María Carolina Sobieska (1697-1740), hija de Jacobo Luis Enrique Sobieski (1667-1737), príncipe heredero de Polonia, y de la condesa palatina Eduviges Isabel de Neoburgo (1673-1722), una de las muchas hermanas de Mariana de Neoburgo (1667-1740), segunda esposa de Carlos II (1661-1700) y tía de Isabel Farnesio (1692-1766), segunda esposa de Felipe V (1683-1746), de cuya colección de pinturas en San Ildefonso procede este retrato, marcado en el ángulo inferior derecho con la flor de lis blanca distintiva de la reina y, en el izquierdo, también en blanco, el número «731» del inventario de su colección en ese palacio real.
Por sus matrimonios sucesivos con los hermanos La Tour d’Auvergne, María Carolina fue princesa de Turenne y duquesa de Bouillon. En el retrato viste traje azul, encaje blanco en mangas y escote, y manto de terciopelo rojo que cae desde la espalda, cuyo forro de armiños toca con la mano izquierda. La derecha la apoya en un perro de compañía que está echado en una almohada de terciopelo rojo con borlas doradas sobre una mesa consola de talla dorada; en el collar metálico del animal se lee «·A·S·M· LA PRIN.SE / DE BOÜİLLON 1724». Detrás, un jarrón con flores. Lleva la princesa el cabello recogido, empolvado y adornado con flores blancas y rosas, que se recorta sobre el cortinaje rojo que sirve de fondo, en un interior con arquitectura.
Firmado y fechado en el reverso del lienzo: «A. S. Belle fecit 1724», lleva marco de madera tallada con decoración vegetal dorada, resaltada en los ángulos y medios.

Texto: Javier Jordán de Urríes de la Colina. Foto: Patrimonio Nacional

Autores y coleccionistas

Felipe V
Monarca

Felipe V

(Versalles (Francia), 1683 - Madrid, 1746)

Segundo hijo de Luis de Borbón (1661-1711), conocido como el Gran Delfín, heredero de la Corona francesa, y de María Ana Cristina Victoria de Baviera (1660-1690), el futuro Felipe V creció en la corte de Versalles durante el reinado de su abuelo, Luis XIV de Francia. Su educación estuvo a cargo de François Fénelon, más tarde Arzobispo de Cambrai. Nieto por vía paterna de la Infanta María Teresa, hija mayor de Felipe IV, ascendió al trono español tras la muerte de Carlos II, quien le designó como su sucesor en su último testamento del 3 de octubre de 1700. 

Primer Rey de España perteneciente a la Casa de Borbón, el reinado de Felipe V se desarrolló en dos etapas. La primera abarcó desde noviembre 1700 hasta el 10 de enero de 1724, cuando el Monarca abdicó en su hijo primogénito, Luis I. La segunda se extendió entre el 6 de septiembre de ese mismo año, tras el fallecimiento del Rey Luis a consecuencia de la viruela, y el 9 de julio de 1746, fecha de su propia muerte. 

Felipe V casó en dos ocasiones. Su primera esposa fue la Princesa María Luisa Gabriela de Saboya (1688-1714), con la que contrajo matrimonio en Figueras (Gerona), el 3 de noviembre de 1701. La pareja real tuvo cuatro hijos: el futuro Luis I (1707-1724), que reinaría brevemente en 1724; el Infante Felipe (nacido y muerto en 1709); el Infante Felipe Pedro (1712-1719), y Fernando VI (1713-1759), que sucedió a su padre en 1746. Tras el fallecimiento de la Reina María Luisa Gabriela de Saboya el 14 de febrero de 1714, el Rey casó en segundas nupcias en Guadalajara, el 24 de diciembre de ese mismo año, con la Princesa parmesana Isabel Farnesio (1692-1766), con la que tuvo siete hijos más: el futuro Carlos III de España (1716-1788); el Infante Francisco (nacido y muerto en 1717); la Infanta María Ana Victoria (1718-1781), Reina de Portugal por su matrimonio con José I (1714-1777); el Infante Felipe (1720-1765), Duque de Parma; la Infanta María Teresa (1726-1746), Delfina de Francia como esposa de Luis Fernando de Borbón, Delfín de Francia (1729-1765); el Infante Luis Antonio (1727-1785), que sería nombrado Arzobispo de Toledo y Cardenal de la Santa Sede, y la Infanta María Antonia Fernanda (1729-1785), Reina de Cerdeña por su boda con Víctor Amadeo III de Saboya (1726-1796).

Los primeros años del reinado de Felipe V estuvieron condicionados por el estallido de la Guerra de Sucesión española (1701-1714), que enfrentó a Francia y la Monarquía Hispánica con las potencias de la conocida como Gran Alianza de La Haya: Inglaterra, Holanda y el Imperio, a las que se sumaron Portugal y Saboya en 1703. Aunque el origen del conflicto se encontraba en la defensa por parte del Emperador Leopoldo I de los derechos sucesorios de su hijo, el Archiduque Carlos de Austria, en su desarrollo influyeron también factores de tipo político, económico y comercial. En lo que se refiere a España, la Guerra de Sucesión tuvo a su vez una deriva de enfrentamiento civil. En este sentido, si la lealtad a Felipe V de castellanos, navarros y vascos fue prácticamente generalizada, amplios sectores de la sociedad en Valencia, Aragón, Baleares y Cataluña, conocidos como “austracistas”, se inclinaron a favor del Archiduque Carlos, quien en 1705 estableció su corte en Barcelona. 

A lo largo de 1713, las potencias europeas, con la única excepción de Austria hasta 1725, reconocieron a Felipe V como Rey de España. No obstante, en virtud de los Tratados de Utrecht-Rastatt (1713-1714), la Monarquía Hispánica hubo de renunciar a los Países Bajos y a los territorios bajo su soberanía en Italia, así como a Gibraltar y Menorca, cedidos a Inglaterra, que también recibió ciertos privilegios comerciales en Ultramar. El final de la Guerra de Sucesión entrañó asimismo la entrada en vigor de los Decretos de Nueva Planta en Valencia, Aragón, Mallorca y Cataluña, que fueron promulgados entre 1707 y 1716 y que planteaban una profunda reforma de los sistemas políticos y administrativos existentes en la Monarquía Hispánica hasta ese momento.  

La política exterior española en los años posteriores a 1714 estuvo dictada por el revisionismo de los Tratados de Utrecht-Rastatt y por el interés del gobierno español en reconquistar Menorca, Gibraltar y los territorios italianos cedidos tras la paz. Tales propósitos impulsaron la firma con Francia del primer y segundo “Pacto de Familia”, suscritos el 7 de noviembre de 1733 y el 25 de octubre de 1743 respectivamente, así como la intervención de España en las Guerras de Sucesión polaca (1733-1735) y austriaca (1740-1748). Aunque la recuperación de Menorca y Gibraltar no se materializó, España logró conquistar los Reinos de Nápoles y Sicilia, así como el Ducado de Parma, cedidos a los hijos del Rey, los Infantes Carlos, futuro Carlos III, y Felipe de Borbón. Con anterioridad, el gobierno español había restablecido las relaciones con la Santa Sede mediante la firma de los Concordatos de 1717 y 1737. 

En política interior, el reinado de Felipe V se caracterizó por el reformismo y la racionalización administrativa, impulsada mediante la creación de las Secretarías de Estado y del Despacho. Si en un principio los extranjeros, como el francés Juan Orry, el parmesano Cardenal Alberoni o el holandés Juan Guillermo Ripperdá, compartieron el poder con ministros de origen español como José Grimaldo y Melchor de Macanaz, desde finales de la década de 1720 los tecnócratas José Patiño y José del Campillo se convirtieron en las figuras más influyentes del gobierno. Las mejoras en la administración fiscal, la introducción de la figura de los intendentes, la reestructuración del Ejército y la Marina, el estímulo otorgado al desarrollo de la industria, la creación de las Reales Manufacturas y de las Compañías privilegiadas de comercio, o el traslado de la Casa de Contratación de Sevilla a Cádiz (1717), fueron algunas de las medidas adoptadas por los ministros de Felipe V después de la Guerra de Sucesión. 


En el ámbito cultural son de destacar asimismo la fundación en 1711 de la Biblioteca Real, germen de la actual Biblioteca Nacional de España; de las Reales Academias Española y de la Historia, en 1714 y 1738 respectivamente; de la Universidad de Cervera en 1717 y de otras instituciones de carácter científico como el Real Colegio de Cirugía de Cádiz, por ejemplo. Amante de las bellas artes, Felipe V fue también mecenas del cantante napolitano Carlos Broschi, conocido como Farinelli, y de los pintores Miguel Jacinto Meléndez, Jean Ranc y Louis-Michel Van Loo, entre otros, además del artífice de la construcción del Palacio de La Granja de San Ildefonso (Segovia) y del Palacio Real de Madrid. 


El Rey falleció en Madrid el 9 de julio de 1746. Sus restos se encuentran enterrados junto a los de su segunda esposa, Isabel Farnesio, en la cripta de la Real Colegiata de la Santísima Trinidad del Palacio de La Granja de San Ildefonso. 

Fuente: Real Academia de la Historia (https://www.rah.es)

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Isabel Farnesio
Monarca

Isabel Farnesio

(Parma (Italia), 1692 - Aranjuez (Madrid), 1766)

Hija de Eduardo Farnesio (1666-1693), Príncipe de Parma, y de Dorotea Sofía de Neoburgo (1670-1748), hermana de Mariana de Neoburgo (1667-1740), segunda esposa de Carlos II de España (1661-1700), Isabel Farnesio fue educada bajo la supervisión de su madre, quien procuró que recibiera una sólida formación artística y cultural. Elegida como consorte del Rey de España en 1714, a instancias del diplomático parmesano Julio Alberoni y de la Princesa de los Ursinos, camarera mayor y confidente de la primera esposa del Rey, María Luisa Gabriela de Saboya (1688-1714), su matrimonio con Felipe V (1683-1746) se celebró en Guadalajara el 24 de diciembre de 1714. Mujer dotada de una fuerte personalidad, entre las primeras medidas adoptadas por Isabel Farnesio estuvo el destierro de la influyente Princesa de los Ursinos, artífice de su enlace.

Los Reyes formaron un matrimonio bien avenido que tuvo siete hijos: el futuro Carlos III de España (1716-1788); el Infante Francisco (nacido y muerto en 1717); la Infanta María Ana Victoria (1718-1781), Reina de Portugal por su matrimonio con José I (1714-1777); el Infante Felipe (1720-1765), Duque de Parma; la Infanta María Teresa (1726-1746), Delfina de Francia como esposa de Luis Fernando de Borbón, Delfín de Francia (1729-1765); el Infante Luis Antonio (1727-1785), que sería nombrado Arzobispo de Toledo y Cardenal de la Santa Sede, y la Infanta María Antonia Fernanda (1729-1785), Reina de Cerdeña por su boda con Víctor Amadeo III de Saboya (1726-1796). 

En calidad de Soberana, Isabel Farnesio ejerció una notable influencia política y protegió las carreras de ministros como el Cardenal Alberoni, Juan Guillermo Ripperdá, José Patiño y el Marqués de Villadarias. Además, en los momentos de enfermedad de Felipe V, la Reina asumió personalmente, aunque de manera oficiosa, el manejo de los negocios de Estado.

Después de la muerte de su esposo, el 9 de julio de 1746, Isabel Farnesio fue obligada por su hijastro, Fernando VI, a retirarse al Palacio de La Granja de San Ildefonso (Segovia). A lo largo de los trece años que duró su retiro, la Soberana se concentró en sus inquietudes culturales, como la ampliación de su colección artística y la construcción del Palacio de Riofrío (Segovia). Tras el fallecimiento de Fernando VI sin sucesión, el 10 de agosto de 1759, Isabel Farnesio ejerció la Gobernación durante el viaje hasta España de su primogénito, el nuevo Rey Carlos III. 

La Reina falleció en el Palacio de Aranjuez el 11 de julio de 1766. Sus restos reposan junto a los de Felipe V en la cripta de la Real Colegiata de la Santísima Trinidad del Palacio de La Granja de San Ildefonso (Segovia). 

Fuente: Real Academia de la Historia (https://www.rah.es)

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Luis I
Monarca

Luis I

(Madrid, 1707 - Madrid, 1724)

Hijo primogénito de Felipe V (1683-1746) y de su primera esposa, María Luisa Gabriela de Saboya (1688-1714), Luis I fue el primer Monarca de la Casa de Borbón nacido en España. Su llegada al mundo fue acogida con júbilo por el pueblo, que llevaba cuarenta y seis años sin asistir al nacimiento de un heredero de la Corona. Bautizado con los nombres de Luis Fernando, sus padrinos de bautismo fueron su bisabuelo, el Rey Luis XIV de Francia, y su tía la Duquesa de Orleans. La infancia del Príncipe Luis se desarrolló en parte durante la Guerra de Sucesión española (1701-1714). El 7 de abril de 1709, cuando aún no había cumplido los dos años de edad, fue jurado Príncipe de Asturias en la madrileña Iglesia de San Jerónimo el Real. Sus primeros años de vida transcurrieron en compañía de su madre, la Reina María Luisa Gabriela de Saboya, de su aya, la Princesa de los Ursinos, también camarera mayor de la Soberana, y de su teniente de aya, la navarra María Antonia de Salcedo y Chávarri, futura Marquesa de Montehermoso. Tras la muerte de la Reina María Luisa Gabriela de Saboya, el segundo matrimonio de Felipe V con Isabel de Farnesio (1692-1766) y el destierro de la Princesa de los Ursinos en 1714, comenzó una segunda etapa en la formación del Príncipe de Asturias. Los nombramientos como ayo del Príncipe del Cardenal del Giudice, sucedido más tarde en el cargo por el Duque de Popoli, del Marqués del Surco como teniente de ayo y del Padre jesuita Ignacio Laubrussel como preceptor, no sólo conformaron un círculo predominantemente masculino en torno al heredero sino que también dieron paso a una educación más letrada, rigurosa y formal en la que la formación cortesana y la sujeción al protocolo tuvieron un peso considerable. 


El matrimonio del Príncipe Luis comenzó a negociarse en 1721, en el contexto de un nuevo acercamiento diplomático entre las cortes francesa y española. La novia designada para el Príncipe sería Luisa Isabel de Orleans (1709-1742), hija del Duque Felipe de Orleans, entonces Regente de Francia durante la minoría de edad de Luis XV. El enlace de los Príncipes de Asturias tuvo lugar en la villa de Lerma el 20 de enero de 1722. Con ocasión de su matrimonio, se configuró la primera Casa del Príncipe, lo que constituyó un nuevo paso para su entrada en la vida adulta. Para entonces, el Príncipe Luis era descrito como un joven aficionado a la caza y la equitación, diestro en el baile y los deportes de la época, como los juegos del mallo y de la pelota, y proclive a codearse con los hijos de los criados palatinos de su misma edad. Además, tenía una buena relación con sus hermanos, el Infante Felipe, fallecido en 1719, y el futuro Fernando VI, así como, al contrario de lo que a veces se ha afirmado, con sus hermanastros, el Infante Carlos, futuro Carlos III, y la Infanta María Ana Victoria. Igualmente buenos eran los términos en los que el Príncipe se mantenía con su madrastra, la Reina Isabel de Farnesio, quien siempre le demostró la consideración debida a su condición de heredero de la Corona. 


Luis I se convirtió en Rey de España tras la abdicación de su padre, Felipe V, el 10 de enero de 1724. Dado que en el momento de ascender al trono el Monarca no había cumplido aún los diecisiete años, Felipe V dispuso la creación de una Junta de Gobierno que debía asesorar al nuevo Rey en el ejercicio del poder. Compuesta por los presidentes de los distintos Consejos del Reino y por hombres cercanos y leales al anterior Monarca, la Junta permitió a Felipe V continuar controlando desde el Palacio de La Granja de San Ildefonso (Segovia) las acciones de su hijo al frente de los negocios de Estado. 


Muy popular entre el pueblo, motivo por el que fue conocido como el Bien Amado, Luis I apenas tuvo tiempo de reinar. Aunque alrededor del Rey comenzó a actuar un grupo de poder, conocido como el “partido español”, que aspiraba a neutralizar la política profrancesa desarrollada hasta entonces por Felipe V, la influencia de sus miembros sobre el gobierno se vio limitada en el verano de 1724, cuando Luis I cayó enfermo de viruela. Pese a los cuidados que le prodigaron tanto los médicos reales como su esposa, la Reina Luisa Isabel de Orleans, el Monarca falleció en Madrid el 31 de agosto de ese mismo año. Los restos de Luis I reposan en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial. Finalizado el que fue conocido por su brevedad como el “reinado relámpago”, Felipe V abandonó el Palacio de La Granja y volvió a ocupar el trono español tras consultarlo con el Consejo de Castilla y una Junta de teólogos. 

Fuente: Real Academia de la Historia (https://www.rah.es)

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