El prendimiento de Cristo
1496-1504
Forma parte del «Políptico de Isabel la Católica», junto a otras escenas de la vida de Cristo. La escena se desarrolla en la penumbra del crepúsculo en el monte de los Olivos, centrando la atención en la figura de Cristo en el momento en que es reconocido por la guardia del sanedrín, al recibir el beso de Judas, y su inmediato prendimiento (Mateo 26, 47-51; Marcos 14, 43-47; Lucas 22, 47-51; y Juan 18, 3-11). Tras ellos, Pedro corta con su espada la oreja derecha a Malco, criado del sumo sacerdote Caifás, que aparece abatido en el suelo. Cristo sostiene en su mano derecha la oreja del criado para indicar su inmediata restitución, tal como lo describe el relato evangélico.
El artista ha querido plasmar la gran confusión del arresto con ese abigarrado grupo de figuras que, con o sin armaduras, se abalanzan sobre la figura del Salvador. Sobre sus cabezas sobresalen las lanzas y el alto estandarte rosáceo, que emerge airosamente movido por una suave brisa formando un bello revoloteo, que hace juego con el del manto de Judas. La intensidad dramática que requiere el tema queda recrudecida por la plasmación de unos rostros curtidos, surcados de arrugas y con muecas muy expresivas. A ello también ayudan los interesantes efectos lumínicos conseguidos a través de la luz del anochecer en el horizonte y de la luna entrevista entre nubes, que cae sobre la espesa arboleda que sirve de enmarque al grupo protagonista. Otros importantes focos de iluminación son los fanales de luz que portan Malco, que está junto a él en el suelo, y el soldado de segundo término, junto al umbral del arco de cerramiento del huerto de los Olivos, así como los resplandores que refulgen de las armaduras de los soldados, incluidos las de las tropas a caballo que se acercan desde el fondo.