La transfiguración
1496-1504
Forma parte del «Políptico de Isabel la Católica», junto a otras escenas de la vida de Cristo. La figura esbelta del Señor, envuelta en una hermosa túnica de color blanco azulado, se muestra en gloria y majestad a sus tres discípulos favoritos, Pedro, Santiago y Juan, de acuerdo con los evangelios de san Mateo (17, 1-6), san Marcos (9, 1-7) y san Lucas (9, 28-36). Los profetas Moisés, con las tablas de la ley, y Elías, con las manos unidas, aparecen de medio cuerpo, emergiendo sobre nubes a derecha e izquierda, y su actitud es de absoluta reverencia hacia Cristo, que mueve sus brazos en actitud de hablarles, tal como ocurrió en el hecho evangélico. La forma semiesférica que adopta el montículo del monte Tabor podría parangonarse con la Tierra, y, por tanto, Cristo se manifestaría ante ellos en su condición de Señor del universo.
Juan de Flandes escenifica el tema de una forma sencilla e ingenua, partiendo de modelos del mundo de la miniatura, y de ahí, que otros artistas coetáneos de la escuela de Brujas empleen la misma composición para la interpretación del tema, como es el caso de Gerard David en su versión de unos años después -1520- en la iglesia de Nuestra Señora de Brujas. Es sorprendente la gran riqueza de tonos y matices empleados en la escena y su perfecta conjunción con la aureola resplandeciente que envuelve a la figura de Cristo. La maestría en la utilización del color puede verse en la figura de san Pedro, dispuesta en primer término con ademanes de preguntar a Cristo, y en la que se combina a la perfección el color rosáceo de su túnica con el verde oscuro de su manto. A su lado, san Juan contrapone la monocromía de su atuendo totalmente en bermellón, con la plasmación minuciosa del increíble número de pliegues de sus vestiduras. La expresión de absoluto asombro de algunos de los asistentes, propia en la representación del relato, queda aquí reflejada en la cándida figura de Santiago, que emerge con sus brazos levantados entre las rocas del montículo.