La bajada de Cristo al Limbo
1496-1504
Forma parte del «Políptico de Isabel la Católica», junto a otras escenas de la vida de Cristo. El pasaje no se recoge en los evangelios canónicos, sino en los apócrifos de Nicodemo, cuando narra las apariciones que Cristo realiza después de resucitado. Jesús, vestido con una espectacular túnica roja y portando un enorme estandarte de la victoria de su resurrección, se dirige hacia los santos patriarcas, que con actitud devocional esperan ser rescatados del Limbo para ser llevados al Reino de los Cielos. Al frente del grupo, se encuentran las figuras desnudas de Adán y Eva, que están tratadas con un innovador naturalismo propio del momento artístico flamenco. Frente a la tradicional representación del Limbo como un mundo subterráneo de ultratumba del que salen los justos, el artista ha elegido nuevamente una arquitectura fortificada de líneas clásicas en ruinas. La columna de jaspe rojo de primer término, destruida en su arranque de arquería, sirve de bello enmarque a la escena. Del edificio salen serpientes, dragones y sapos, que encarnan los espíritus malignos, a lo que se unen el humo negruzco y las llamas infernales que surgen de su interior, de entre las que afloran monstruos demoníacos con expresiones de verdadera furia.
El pintor consigue en esta obra uno de sus mejores ejemplos en el tratamiento expresivo de la atmósfera y en la elegancia y transparencia cromáticas. Destaca su habilidad por reflejar los efectos matéricos de las llamas y del humo, cuyo perfil negruzco y ondeante queda perfectamente resaltado sobre el muro gris claro de la edificación y sobre el cielo azul, que llena de luminosidad todo el conjunto. Este refinado sentido del color es propio de Juan de Flandes y refleja las tendencias de los centros miniaturistas principales de Gante y Brujas, con un eco de la manera de trabajar del Maestro de María de Borgoña y de Gerard David.