La venida del Espíritu Santo
1496-1504
Forma parte del «Políptico de Isabel la Católica», junto a otras escenas de la vida de Cristo. Bajo un templete clasicista de planta centralizada, se reúnen los doce apóstoles arrodillados en torno a la Virgen, que aparece destacada en su posición sedente sobre un alto banco de piedra con un libro abierto sobre su regazo. Todos ellos aparecen en actitud de recibir el Espíritu Santo, que desciende sobre sus cabezas (Hechos de los Apóstoles 2, 1-4), y es representado en su forma tradicional, como una paloma con las alas extendidas. Sorprende la importante aureola que lo rodea, cuyos tonos dorados, rosados y blancos inundan de luz celestial todo el recinto y cuya fuente de inspiración proviene del mundo de la miniatura.
Todas las figuras se disponen con la elegancia y serenidad con las que acostumbra el pintor a realizarlas, pero, en esta ocasión, las cabezas dirigidas hacia lo alto resultan más expresivas y sirven para aumentar la intensidad emotiva de la escena. Los abundantes y ondulados cabellos de los apóstoles sirven de marco al delicado modelado de sus rostros, en donde es posible identificar los inconfundibles prototipos de sus rasgos. La riqueza cromática es bien palpable en los atuendos de los apóstoles, en los que se contrapone el rojo bermellón con el azul, y el rosáceo con el verde intenso, mientras que la Virgen lleva el habitual azul oscuro que suele acompañar a Cristo, y que combina con el blanco luminoso de su toca. La habilidad miniaturista de Juan de Flandes se deja sentir de forma muy precisa en la realización de los libros miniados que portan la Virgen y uno de los apóstoles. A través de una de las arquerías semicirculares se puede apreciar el característico cielo de un azul intenso atravesado por pequeñas leves nubes, que viene acompañando todas las escenas de este políptico.